Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/Baleares-marea-verde-gano-batalla_0_307269634.html. Data 23/02/2017.
El
9 de marzo del año 2017 la comunidad educativa en España, de nuevo,
se lanza a las calles para intentar tumbar la peor ley educativa de
nuestra historia, la LOMCE. Las razones objetivas de la convocatoria
son obvias, no sólo estamos ante una ley educativa antidemocrática
(los consejos escolares siguen sin tener una representación efectiva
de la comunidad educativa) y que resta oportunidades al alumnado que
más lo necesita (los programas PMARE no son finalistas y, por tanto,
el alumnado está abocado al fracaso educativo en 4º de la ESO, de
ahí su desmotivación en este programa), sino que además ya ha sido
retocada por el propio PP al ver las incongruencias de la nueva
estructura del sistema educativo. Al respecto, podemos destacar cómo
los alumnos que escogían la vía de las enseñanzas aplicadas en 4º
de la ESO ahora ya están habilitados para cursar el bachillerato, no
tenía sentido dejar a la mitad del alumando sin esa opción. Lo
mismo sucede con los alumnos que se presentan a la selectividad que
ya no tendrán que examinarse de materias de 1º de Bachillerato que,
en algunos casos, no tenían relación con lo cursado en 2º. Pese a
estos tímidos avances es inconcebible cómo a día de hoy los
alumnos y el profesorado que preparan la EBAU (Evaluación del
Bachillerato para el Acceso a la Universidad) no sepan todavía cómo
va a ser esta prueba, se han perdido seis meses de docencia y tan
solo quedan tres.
Las
razones anteriores justifican por sí solas una huelga de estudiantes
y padres de alumnos, pero ¿qué pasa con el profesorado?, éste no
concurrió a las anteriores convocatorias. Podía aducir que la
huelga solo se establece en contra de una ley orgánica que afecta a
la estructura del sistema educativo y que, por tanto, se dejan fuera
sus condiciones sociolaborales. Pero esto no es del todo cierto, esta
huelga también tiene que servir para dejar de normalizar los
recortes que se produjeron con la excusa de la crisis económica.
Nuestra jornada laboral sigue "extraordinariamente"
incrementada en dos horas y media, las ratios también, los sueldos
recortados, las oposiciones congeladas, etc. El Real Decreto
14/2012, de medidas urgentes de racionalización del gasto público
en el ámbito educativo, sigue vigente, como la LOMCE. La economía
crece, los beneficios empresariales aumentan en dos dígitos, el
empleo "precario" se recupera, pero los recortes en
servicios sociales básicos y fundamentales para nuestra ciudadanía
ahí siguen.
Por
tanto, razones objetivas para una huelga existen. Es cierto, que
también tenemos que afrontar el desánimo de las huelgas de un día,
como la del 22 de mayo de 2012 contra el Real Decreto 14/2012 o la
del 9 de mayo de 2013 contra la entrada en vigor de la LOMCE. Estas
huelgas no consiguieron su objetivo de frenar el rodillo educativo
del PP, aunque la participación hubiese sido cercana al 100% era muy
difícil modificar la voluntad de recortes de la UE y otros
organismos internacionales que tenían, de facto,
intervenida nuestra economía a través de la mayoría absoluta de
los populares. El momento es diferente, la economía no está
en riesgo de ser intervenida por los organismos internacionales y el
PP perdió su mayoría absoluta. Esta huelga debería ser apoyada por
todas las organizaciones de izquierdas, incluso por aquellas que
consideran que su única labor es llegar a un pacto educativo con
otras fuerzas políticas, independientemente del resultado del mismo.
A pesar de llegar con el ánimo y las fuerzas desgastados este
momento es mejor que los anteriores, ahora la presión social sobre
nuestro sistema de representación político, al estar este en
minoría, debería de ser más efectivo.
El
último punto en contra de esta huelga radicaría en el método de
contestación elegido. La presión contra el sistema político desde
la calle se puede hacer de múltiples formas, aunque no podemos
olvidar que las manifestaciones o concentraciones hacen menos daño
al poder que una huelga, que se supone es un nivel de contestación
más fuerte, ¿si el poder político no se siente amenzado por una
huelga, por qué lo ha de hacer ante una manifestación pacífica?
Evidentemente lo que hace falta es que, hagamos lo que hagamos, esto
tenga continuidad en el tiempo hasta que haya una respuesta al
diálogo "real" por parte del gobierno con la comunidad
educativa. Las resistencias pacíficas a lo Gandhi, las
concentraciones en plazas públicas como el 15-M o las huelgas
educativas como las de 1988 fueron diferentes opciones de
movilización social, caracterizadas por el éxito porque fueron
sostenidas en el tiempo hasta que el poder cedió a sus justas
reclamaciones. Es cierto que no podemos golpear y luego retirarnos,
la acción tiene que estar sujeta a algún resultado. Además de que
el colectivo que la propone la sienta como suya en su mayoría.