lunes, 7 de marzo de 2011

ESPAÑA Y LA CRISIS: "DÍAS DE VINO Y ROSAS"


La parálisis de la sociedad española y, por extensión, de la europea se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas con más crudeza que nunca. Si en el Magreb los acontecimientos destilan futuro, juventud, libertad… etc., en España el debate público destila alcanfor, pantuflas y música disco. ¿Cómo es posible que con la que está cayendo …

1. … nadie cuestione al Gobernador del Banco de España, que falló a la hora de regular el sistema financiero y situó su mirada sobre el agujero inmobiliario de las cajas de ahorro y los bancos españoles cuando ya todos estamos al tanto del problema? ¿Cómo es posible que un simple trabajador sea más responsable en sus actividades profesionales que un hombre que gana 275.000 euros anuales? Esto es extensible a todo el mundo empresarial y financiero de este país y el mundo occidental.

2. … estén cuestionando los servicios sociales básicos que son lo único que funciona en el mundo Occidental? Parece que cuando el sistema financiero quiebra se vacía de ingresos a aquellos servicios que cohesionan las sociedades y dan seguridad a los individuos para que caminen seguros hacia el futuro. ¿Por qué ningún político se atreve a decir a la gente que sus ingresos no volverán a crecer un 20% anual con la construcción y sin hacer absolutamente nada? ¿Por qué nadie se atreve a regular un sistema financiero que ha generado un déficit público brutal y que lo volverá a generar en un futuro próximo? Doy dos datos para la reflexión y para meternos debajo de la cama: las cuentas de resultados del Ibex 35 han aumentado un 30%, pero en realidad sólo ha sido para que Ignacio Sánchez Galán, entre otros, se lleven un bonus de 1,6 millones de euros anuales, al margen de sus salarios, por la buena gestión de los resultados. El gobernador del Banco de Inglaterra ha alertado de que éstas son las mismas actuaciones que nos llevaron la crisis de 2007 y que la City está a punto de ver estallar otra crisis financiera.

3. … nadie vea cómo nuestro modelo económico es insostenible en el corto plazo? Cualquier alteración política o, incluso, un proceso de recuperación económica llevará implícito un aumento de los precios del petróleo, tensiones inflacionistas y subida de los tipos de interés. La revolución libia ha llevado el petróleo a los 115 dólares por barril, esto supone restar un punto al crecimiento del PIB; a su vez hará que a finales de 2011 no se cree empleo neto como pensaba el gobierno y que las tensiones sobre la deuda española se incrementen, en resumen, la salida de la recesión se alargará otro semestre o dos y el número de parados puede que supere los 4,5 millones.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, junto a una reforma de las pensiones que nos resta derechos básicos y una reforma laboral que ha liberalizado nuestra contratación y que muestra que el proceso de liberalización de los contratos de trabajo es un camino erróneo, ya que aumenta la precariedad y no reduce el paro… La pregunta que me angustia más es: ¿Cómo es posible que la única preocupación de esta sociedad sean los 110 km por hora o la ley antitabaco? Porque en el fondo son dos auténticas memeces, perdón la expresión… ¿Es realmente importante ir por autovía a 120 o 110 kilómetros por hora, cuando está en juego nuestro futuro como sociedad? ¿Alguien me lo puede explicar?

domingo, 6 de marzo de 2011

LAS REVOLUCIONES DEL MAGREB


Decía el marxismo clásico que las revoluciones llegaban fruto de una modificación en las condiciones económicas de la sociedad. Unas condiciones que daban lugar a una nueva clase social que desplazaba a la que estaba en el poder. A partir del marxismo se han ido construyendo a lo largo de la historia diferentes teorías sobre el cambio social, algo que ha obsesionado la mirada del ser humano. ¿Cómo es posible que se produzcan, sin apenas sospecharlo, cambios políticos tan bruscos?

El mundo occidental entró en un constante proceso de cambio político desde la Revolución Francesa y parecía que, tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior hundimiento de la Unión Soviética, se había dejado atrás el encanto de la “revolución”. Autores como Francis Fukuyama llegaron, incluso, a pronosticar el “fin de la historia”. Esta teoría no sólo legitimaba la democracia y el libre mercado como los únicos instrumentos de gestión pública y privada óptimos dentro de una sociedad, sino que también legitimaba a Occidente, dentro de la ideología neoconservadora, como civilización superior que tenía la misión “providencial” de sacar del atraso y el fanatismo al resto de civilizaciones. Esto justificó, entre otras, la política de Bush en Oriente Medio. Nosotros éramos la guía que llevaría al mundo árabe hacia la democracia y la libertad.

Los acontecimientos de estos días, la extensión del modelo de la Revolución de los Jazmines a Egipto, Bahrein, Libia… y, esperemos, un largo etcétera, pone de manifiesto la equivocación del modelo anterior. Occidente no sólo no ha llevado la democracia a estos países, sino que, como siempre ha demostrado la historia, ésta es una conquista que se consigue mediante la autoconciencia, organización y lucha de las sociedades. La democracia no se regala, sino que se conquista. Estos hechos también ponen de manifiesto la fragilidad de dicho modelo, ya que todavía no estamos seguros del desenlace de estas protestas: nuevos regímenes dictatoriales con nuevos militares, regímenes islamistas, etc. El único “pero” que yo pondría a estas revoluciones son los extensos gobiernos de transición, controlados por militares, que en el caso de Túnez y Egipto durarán cerca de un año y pueden “trastocar” la voluntad de cambio que emana de las calles tomadas por la multitud. Lo que también pone de manifiesto es que la historia sigue abierta, que las sociedades conocen múltiples caminos para autorganizarse, aunque unos sean mejores que otros, y que, en todo caso, cualquier intervención exterior sólo tiene desventajas. Por cierto, los acontecimientos aquí descritos están tan alejados de la realidad europea que, más bien, parecemos un viejo museo de historia, ya que los vientos de ésta parece que soplan en otros rincones del planeta, más jóvenes y menos atenazados por su pasado.