lunes, 22 de febrero de 2010

CREADORES DE ESCASEZ

El título del artículo se lo he tomado prestado a uno de los mejores economistas que he conocido, David Anisi, profesor de la Universidad de Salamanca. Su tesis central es que la crisis de los 70 fue generada por el "Capital" en el momento de la historia en que los trabajadores habían conseguido su máxima participación en las rentas globales de un país, superiores al 50%. El instrumento elegido fue desvincular a los Estados de la responsabilidad en el pleno empleo. Desde entonces una "saludable" tasa de desempleo y períodicas crisis espolean con suficiente fuerza a la "perezosa" clase trabajadora, para que ésta siga renunciando a una porción más de su reparto en la tarta que sería la economía.
Tal vez, como alguna vez se le ha acusado, sea ésta una tesis excesivamente "conspiradora". Es difícil creer que la economía mundial esté regida por un grupo de financieros que, parodiando la figura de Montgomery Barns, se reúnen períodicamente en tenebrosos castillos para regocijarse en sus malas acciones.
Personalemte creo que se equivoca al considerar que las crisis están planificadas, no creo que dicha caterva sean tan eficaces en su gestión, a las pruebas me remito. Pero sí es cierto que la agenda política, cada día que pasa, parece más capturada por los intereses de ciertos agentes económicos y no de su conjunto. Si no son responsables de unas crisis que los descapitalizan, si lo son de unas salidas donde el resto de los agentes económicos: familias y Estado, se pone a su servicio para solventar las deudas originadas por su gestión.
Un dato: El País titulaba hoy un artículo: las rentas salariales caen el triple que las empresariales en el peor año de la crisis. Éstas se han situado en su mínimo hisórico desde que en 1980 se construye esta serie.
Un apunte histórico: el error de la salida de la crisis de 1973, que hizo que se extendiera hasta mediados de los ochenta, fue considerar que estábamos en los años 30 y, cuando ya no era necesario, ni posible, buscar en el gasto público su tradicional vía de salvación. Ahora estamos cometiendo el mismo error, buscando salidas como en los ochenta. Ésta no es una crisis del Estado, sino del modelo de gestión privada, recapitalizando los mecanismo que nos han llevado a la bancarrota, sólo volveremos a ella más delgados.
¿Una solución? El problema de fondo es que las rentas del Capital ya no pueden seguir creciendo más a costa de los exiguos ingresos de la clase trabajadora, donde el 60% trabaja por 1000 euros al mes y el 33% tiene empleos precarios. El problema de la dualidad del mercado laboral no se soluciona haciendo a todos los trabajadores precarios y con bajos salarios, eliminando el horizonte de una alternativa a sus "precarias" vidas. Deberíamos poder regular las finanzas globales y conseguir que éstas inicien un derrame de sus extraordinarios beneficios sobre el conjunto de la sociedad, al menos cuando los tienen...

viernes, 19 de febrero de 2010

El sistema de pensiones

Por cuestines profesionales este es un tema de especial interés para mí. Cuando fui becario de investigación tuve la suerte de poder investigar aquello que consideraba que entraba dentro de mi ámbito de interés. Por eso mi investigación se centró en la construcción política del Estado del Bienestar malogrado que disfrutamos en nuestro país. Digo malogrado porque está muy por debajo de nuestro nivel de riqueza, es decir, en términos relativos tenemos unas políticas públicas y sociales muy bajas dado nuestro nivel de reta per cápita. Aunque no es éste el tema que me interesa debatir en este artículo que viene marcado por la actualdad política.
En los últimos días ha habido un ataque contra la viabilidad de nuestro sistema público de pensiones y esto me hizo recordar cómo en la crisis de 1993 surgieron informes del BBVA y del Banco Santander que también cuestionaban en el largo plazo la viabilidad financiera de nuestro sistema de pensiones. En estos informes se aludía al año 2000 como el año límite en que nuestro sistema podía mantenerse en superavit, hoy estamos en 2010 y la caja de la seguridad social sigue teniendo un saldo positivo.
¿Por qué los informes de los bancos dicen lo contrario?
En primer lugar porque sólo el fondo de reserva, es decir, lo ahorrado por los pensionistas desde 1997, año que se aprobó el Pacto de Toledo, son 60.000 millones de euros, además de las aportaciones anuales que son más de 100.000 millones de euros. ¿Alguien se puede imaginar lo que harían los bancos con ese dinero? ¿No creeís que son fondos suficientes como para volverlos a recapitalizar después de esta cris que ellos han provocado?
Parece estar claro que sus informes tiene un interés concreto, por esos realizan informes que son verdades a medias y, por tanto, peores que una mentira porque tienen cierta legitimación.
Estos informes cogen la población y extrapolan los datos demográficos hacia el futuro, pero éstos no son tan estables como ellos dicen.
1) No contaron en 1993 con los 8 millones de emigrantes que llegaron a nuestro país y eso reequilibra nuestras pirámides demográficas. En 1993 había 12 millones de trabajadores activos y hoy somos 17 millones, es decir, cinco millones de trabajadores que no estaban en sus informes.
2) Además hay cuatro millones de parados que se pueden incorporar en el futuro a la población trabajadora, también podemos seguir aumentando el porcentaje de mujeres trabajadoras, es decir, tenemos reserva de mano de obra que se puede incorporar, no tiene porqué seguir siendo mano de obra pasiva.
3) La productividad del trabajador y de nuestra economía seguro que mejorará. En 1967 cuando empezó la Seguridad Social se necesitaban el doble de activos que en la actualidad para mantener un pasivo y nada nos indica que esto pueda cambiar.
En resumen no paguemos más de lo que tenemos que pagar. Es como si la gente del Santa Cruz de Tenerife se fuera de la Isla por miedo a una erupción volcánica y se quedaran los bancos gestionando sus tierras hasta que esto ocurriese. Podemos hacer un informe que argumente dicha probabilidad, pero no sería lógico, como tampoco lo es jugar con nuestro futuro... Continuaremos

martes, 16 de febrero de 2010

La venganza de Marx

Desde 1989 el marxismo, no sólo como proyecto político, sino como método de análisis entró en descrédito. Sus mayores beneficiaros los trabajadores de la industria europea y las clases medias, que juntos habían construido el Estado del Bienestar, se enfrentaron a la desorientación y el divorcio político. Esto hizo que los partidos socialdemócratas perdieran las sólidas bases que los habían sostenido en las décadas anteriores e iniciásemos en toda la izquierda un período de desorientación que llega hasta nuestros días.
Sin embargo, como había anunciado Marx, el capital (empresas multinacionales) iniciaron un camino hacia delante que suponía su internacionalización y concentración. Éstas dejaron de jugar en el tapete del Estado - nación y pasaron a hacerlo en un tablero internacional, se sentían más seguras que nunca y dejaron de lado las tradicionales regulaciones del Estado. Pero como ya dijera Hobsbawm y otros neomarxista el capitalismo necesita defenderse de sí mismo, de nuevo la búsqueda de un enriquecimiento rápido y a cualquier precio desencadenó una crisis reguladora. El "Capital" que no entiende de principios, aún cuando los exige al resto, decidió de nuevo llamar al Estado para que lo salvase, aunque sólo coyunturalmente. A partir de ahí los déficit públicos se disparan por los rescates bancarios, subsidios de desempleo e inversión en infraestructuras... parecía que era de nuevo el triunfo de la política sobre al economía, pero pronto hemos comprobado que la correlación de fuerzas sigue donde estaba, que el capitalismo financiero es un animal herido, pero con suficiente fuerza para arrollar a los Estados que se pongan por delante... y que de nuevo, para recuperarse exigirá sacrificios a las clases asalariadas y a una clase media que se siente de los suyos, pero que acabará con los de abajo si sigue abrazando al oso. En fin la pregunta que se me planteo es: habrá que esperar a otra crisis, todavía más fuerte, para iniciar el salvamento de un Capital que sigue devorándose a sí mismo o, al contrario, seremos lo suficientemente inteligentes como para reforzar alianzas políticas y sociales que restituyan el equilibrio perdido.