sábado, 18 de diciembre de 2010

WIKILEAKS Y LOS ESTADOS


Tras varios días sometido a la vorágine de información vertida por Wikileaks creo que ha pasado el suficiente tiempo como para reflexionar sobre este nuevo acontecimiento que ha acaparado la atención mediática de nuestras vidas.

Creo que el hecho de hacer partícipe al conjunto de la población sobre los aspectos más oscuros de su diplomacia no es algo que tenga consecuencias negativas. Internet debe convertirse en una poderosa arma en beneficio de la sociedad civil que, de una vez por todas, sea capaz de contrarrestar el monopolio que tienen sobre los canales de información las grandes corporaciones empresariales o los estados.

Lo anterior es lo que realmente hace novedoso el proceso, aunque la información vertida no nos llame especialmente la atención. Que la diplomacia y los Estados se hayan manejado opacamente, escondiendo sus aspectos menos deseables, no es algo nuevo, pero siempre se había protegido a través de las verdades a medias o la “duda razonable”. Es decir, a partir de las filtraciones de Wikileaks ya nadie puede hacernos dudar de unos Estados que van más allá del derecho para conseguir sus fines.

Pese a lo anterior tampoco creo que se hayan descubierto grandes secretos de Estado que vayan a cambiar el curso de la historia, tal vez sí nos hemos dado un poco más de cuenta de que la pérdida de hegemonía de Estados Unidos en el mundo es cada vez mayor. Sólo China, su probable sustituto en el cetro mundial, se salva de este proceso de transparencia informativa y…, casualidades de la historia también fue un proceso de transparencia informativa: la Glasnot, lo que inició el hundimiento del Imperio Soviético.

El paralelismo que me parece más interesante es que cuando un poder se muestra débil su actuación es errática, y esto es lo que le ha sucedido a Estados Unidos con Julian Assange. Si el tío Sam se encontrase seguro como país hubiera actuado con un criterio más claro. Podría no haberle dado importancia al tema y seguir enrocado en su hipocresía para generar la “duda razonable” en un buen número de ciudadanos, podría haber presionado a los periódicos que están dando cobertura informativa al proceso o, en el peor de los casos, haber eliminado con sus servicios secretos a Assange (no me refiero sólo físicamente, Maquiavelo también podría haber destruido su prestigio moral, económico, etc.). Sin Embargo ha actuado como los altos dirigentes del PCUS, cuando el 18 de agosto de 1991 ven la inminente disolución de la URSS y optan por una vía que anteriormente habían utilizado con éxito: el uso de la fuerza militar. Estos sacaron los tanques a las calles moscovitas, pero fueron incapaces de aplicar los mecanismos de terror y represión que con efectividad habían empleado en Polonia en la década de los ochenta, en Praga en el 68 o en Hungría en el 56.

Lo mismo se puede decir de Estados Unidos que en la década de los cincuenta desató la famosa “caza de brujas” contra el pensamiento crítico y disidente. El senador Joseph McCarthy y su Comisión de Actividades Antiamericanas condenó al exilio, el trabajo bajo pseudónimo y la pérdida de trabajo a artistas e intelectuales sobresalientes del país como Bertolt Brecht, Frank Capra, Charles Chaplin, Dalton Trumbo, John Garfield, etc. Autores éstos que pese al desprestigio del macarthismo en la segunda mitad de la década de los cincuenta, en la mayoría de los casos, no recuperaron su trabajo y, en ningún caso, su posición social anterior. Sin embargo con Assange Estados Unidos, sus aliados europeos y las grandes multinacionales no saben como actuar. Primero lo detienen con acusaciones que buscan el desprestigio público, se le acusa de haber forzado a una mujer en sus relaciones sexuales al situar todo su peso sobre ella, es decir, se le acusa de violación… Aunque al poco tiempo se le libera y se considera que dichas acusaciones tienen escasa probabilidad de progresar. En resumen, un proceso que sólo ha aumentado la popularidad de aquel al que se supone el enemigo público número uno de los estados occidentales. Lo mismo pasa con unas corporaciones empresariales, como MasterCard, que colaboran con la justicia a la hora de bloquear sus cuentas, pero rectifican a las pocas horas ante los ataques de los hackers que dejan pérdidas millonarias en sus cuentas de resultados.

En resumen, creo que son menos interesantes los supuestos “secretos desvelados” y mucho más el desarrollo de un nuevo proceso histórico: “la batalla por el control de la información en al red”, que está dejando descolocados y sin respuesta a los estados tradicionales y…, ya veremos, si sus consecuencias harán, como lo hizo su paralelismo histórico, tambalear algo más que el vetusto y acartonado concepto que teníamos de nuestros embajadores, servicios secretos, etc. Por cierto, mientras escribo estas líneas no puedo dejar de pensar en la maravillosa “flema” que David Niven mostró en su papel de embajador británico para la película: 55 días en Pekín.

sábado, 20 de noviembre de 2010

LA CRISIS IRLANDESA Y EL RIESGO MORAL


El mayor problema de nuestras economías no es la crisis en sí, sino las consecuencias futuras. Cuando se produjo el Crash del 29 las consecuencias a corto plazo fueron terribles: la depresión de la economía europea y las altas tasas de paro (rondaban el 30% en una sociedad con unas prestaciones sociales muy reducidas) favorecieron el ascenso al poder de Hitler y el estallido de la II Guerra Mundial (50 millones de muertos y el Holocausto). Sin embargo, en el medio plazo las consecuencias no fueron tan terribles, se reformuló la economía mundial y se consiguieron aliviar las tensiones sociales que vivía Occidente desde principios de siglo, es decir, se permitió incorporar social y políticamente a la clase trabajadora. Un éxito que dio lugar a la etapa de mayor prosperidad material y bienestar social colectivo de nuestra historia con la construcción del Estado del Bienestar. Tal vez, a largo plazo las consecuencias pueden ser desastrosas, ya que, la necesidad de prosperidad de capas de población cada vez más amplias ha generado una sociedad de consumo que está propiciando una crisis medioambiental terminal en nuestro planeta.

Este es, por tanto, el grave problema de la ciencia económica, una misma política tiene diferentes consecuencias en el corto, medio y largo plazo. Algo que no son capaces de valorar los votantes, que sólo piensan en su bienestar inmediato, del que es rehén la política. Este es el problema “real” por el que está atravesando Irlanda y, por extensión, también España y el resto del mundo.

En la década de los noventa Irlanda era el país con los índices de pobreza más altos de la Europa de los 15, todo el país era región objetivo número 1, es decir, tenía un nivel de renta que no alcanzaba el 75% de la media de la Unión Europea. Entonces decidió aprovecharse del euro y sus vecinos, redujo el impuesto de sociedades del 24% al 12,5%, el más bajo de Europa, y empresas como Google o Microsoft decidieron situarse en este pequeño país. Este aumento de la inversión, junto con unos bajos tipos de interés por estar dentro de la zona euro, aumentó el precio de la vivienda como nunca y… con ella el bienestar colectivo de los irlandeses: la renta per capita se situó como la segunda más alta de la Unión Europea (37.500 euros), la deuda pública estaba bajo mínimos (25% del PIB) y la tasa de paro se situó en posiciones cercanas al pleno empleo (7%).

Pero en el año 2008 se inició el desplome del precio de la vivienda y ésta arrastró todo su sistema financiero, para evitar una “gran depresión” el gobierno irlandés decidió garantizar todos los depósitos, es decir, asumir todas las deudas financieras de sus bancos. Esto evitó la caída en barrena de su economía, pero en el medio plazo hizo que el estado irlandés alcanzase un déficit público del 32% anual y una deuda que se espera sea tan alta en dos o tres años como la de Grecia (120%). El coste de esta deuda lo están pagando sus ciudadanos en recortes y en pérdida de autonomía política, al necesitar 50.000 millones de euros de otros estados europeos y del FMI, que para cobrarlos exigirán a sus ciudadanos más sacrificios sociales. Además, está el largo plazo… El Estado irlandés se ha hundido al asumir las pérdidas de sus bancos y éstos que han salido indemnes, ¿qué barrera tienen para no volver a hacerlo? ¿Cómo van a abandonar un modelo económico que les reporta jugosas primas por sus inversiones de riesgo y en el que el Estado les salva cuando entran en pérdidas? ¿Quién salvará a la economía, las empresas e, incluso, los bancos cuando el Estado ya no exista como tal? Con el resto del mundo, Irlanda, en el largo plazo, ha elegido el camino del abismo… Pero, ¿importa esto en el presente…?

lunes, 20 de septiembre de 2010

VERGÜENZA




Hace cuatro años volví a votar, como en anteriores elecciones al PSOE, y lo hice con ilusión. El primer gobierno de Zapatero había conseguido en sólo cuatro años conquistas sociales de calado, que en otras circunstancias históricas hubieran tardado décadas en conseguirse:

1. La igualdad de derechos para las relaciones homosexuales.

2. La legalización de cerca de un 1.000.000 de trabajadores inmigrantes que trabajaban en la economía sumergida y pasaron a estar regularizada su situación. Éstos pasaron a disfrutar de los derechos que se merecían y a contribuir con sus impuestos al sostenimiento general del país.

3. Elevó el Salario Mínimo Interprofesional y las pensiones como no ha hecho un gobierno en la democracia.

4. Creó el cuarto pilar del Estado del Bienestar en nuestro país: la Ley de la Depedencia.

5. Retiró las tropas de Iraq

6. Mejoró notablemente la independencia de los medios de comunicación públicos. Y un largo etcétera que aquí no voy a relatar.

Pasadas las elecciones de 2008 el proyecto de Zapatero fue refrendado con un mayor caudal de votos y... luego llegó la crisis económica. Digo la crisis económica, pero en realidad el gran cambio se produce en la primavera de 2010, en la reunión del Consejo Económico Europeo anterior al ajuste. En este Consejo el presidente cambió su política y optó por el pragmatismo de los mercados. A lo mejor en ese Consejo secuestraron a nuestro presidente y quien gobierno actualmente es Aznar disfrazado... Lo único que sé es que progresivamente ha ido "enfureciendo" a sus votantes progresista, pero lo de la última semana es ya claramente indefendible.

Que el presidente dé la espalda a sus políticas sociales puede estar justificado por la necesidad de crédito internacional de nuestra economía, pero que justifique la ilegalidad de Sarkozý no tiene explicación alguna.

Sarkozý ha roto, como Bush en su día, una legalidad internacional que le obliga y que, además en su caso es una legalidad nacional, votada por la Asamblea Francesa y que establecía la libertad de movimientos de personas, capitales y mercancías dentro de la Unión Europea. Pero lo peor es que como las leyes racistas del siglo XIX y Entreguerras, que después del nazismo parecían erradicadas, ha desencadenado el odio de las clases sociales amedrentadas por la crisis y las ha situado sobre un "chivo expiatorio" marginal: los gitanos rumanos. Si éstos comenten delitos, que se les aplique las mismas leyes que al resto de la población, pero no se puede marcar a una persona por su condición étnica o personal.

Frente a lo anterior nuestro Presidente no sólo calla y otorga, sino que consiente y justifica. Francamente no lo entiendo, se ha hecho cómplice de una medida racista y populista. ¿Por qué lo ha hecho señor presidente? ¿Por qué ha hecho a nuestro país cómplice de la vergüenza? ¿Por qué no se sitúa frente aquellos que utilizan la miseria y los instintos más bajos del ser humanos para obtener un puñado de votos? ¿Qué justificación tiene esta vez, acaso la defensa de los gitanos rumanos elevaría el bono de la deuda española?

Espero que algún día responda satisfactoriamente a estas preguntas, mientras tanto ha perdido usted toda mi confianza.

sábado, 18 de septiembre de 2010

LA HUELGA GENERAL Y LA CRISIS


En España es una costumbre bastante arraigada el entender que la salida de la crisis viene acompañada de una reforma laboral. Desde que vivimos en democracia seis han sido las convocatorias de huelga general y, la mayoría, han estado relacionadas con reformas del mercado laboral que flexibilizaron y abarataron el despido.

Estas medidas han ido identificando en la sociedad española, desde sus elites al conjunto de la ciudadanía, la necesidad de llevar a cabo una reforma laboral que ayude a recapitalizar las empresas como la mejor salida para la crisis, cuando en realidad lo único que hacen estas reformas laborales es redistribuir los costes de la crisis. Éstas poco tienen que ver con los procesos de recuperación económica.

Las dos primeras huelgas de la democracia (5 de abril de 1978 y 20 de junio de 1985) nada tienen que ver con reformas laborales. La de 1978 fue un paro "simbólico" coordinado por diferentes centrales sindicales europeas cuando la crisis del 73 estaba liquidando una de las políticas fundamentales de Posguerra, el pleno empleo. En aquellos años el desempleo había alcanzado al 5% de la población activa y los sindicatos consideraban que ésta era una cota intolerable. Hoy la tasa de paro se aproxima al 20% y la política del pleno empleo ya no forma parte de la agenda de los gobiernos europeos.

El 20 de junio de 1985 la central sindical de CC.OO., esta vez en solitario, convocó una huelga general contra el primer gobierno socialista. En este caso el punto de fricción con el gobierno fue la reforma del sistema de pensiones. CC.OO. se rebeló contra una reforma que suponía elevar el cálculo de las pensiones desde los dos últimos años hasta los quince actuales. Esto fue considerado una rebaja de los derechos de los trabajadores, ya que la mayoría de éstos disfruta de los mejores contratos en sus últimos años de vida laboral. Desde 1985 se han producido otras reformas en el ámbito de las pensiones, como la de 1987 que introduce el sistema complementario privado y la pactada de 1997 en que se separa formalmente la tesorería general de la Seguridad Social de la del Estado, aunque esta reforma se completará en 2012. Hoy se está discutiendo extender la edad de jubilación hasta los 67 años.

La tercera y, tal vez, más importante huelga de la democracia fue la del 14 de diciembre de 1988. Ésta fue una fecha histórica en nuestra reciente democracia. Sus consecuencias fueron más allá del propio motivo de su convocatoria. Supuso la ruptura histórica de la llamada "familia socialista" que estaba formada por la UGT y el PSOE. Desde entonces el partido dejó de ser una correa de transmisión en el parlamento del sindicato y la doble militancia dejó de ser obligatoria. Se rompía un siglo de lucha obrera de un modo traumático, ya que la mayoría de los militantes tuvieron que elegir entre dos fidelidades que hasta entonces habían ido de la mano. Frente a esto se dio una consecuencia positiva, la construcción de nuestro escaso estado del bienestar. El primer gobierno socialista con Boyer al frente de economía quedó definido por la frase de "primero crecer y luego repartir", con él llegó la reconversión industrial. Fue esta huelga general la que llevó al gobierno socialista a dar un giro social a sus políticas e implementar la universalidad de la sanidad, pensiones y educación, mediante leyes generales que se aprobaron todas ellas en 1990. La tercera consecuencia, esta en el plano político, estuvo relacionada con la pérdida de la mayoría absoluta del PSOE en las elecciones de 1989, aunque un diputado de la actual Coalición Canaria permitió que éste gobernase como si tuviese mayoría absoluta. Aun así el PSOE dejó de ser considerado el "partido natural" del país y de aplicar la famosa política del "rodillo".

En un plano más coyuntural el Plan de Empleo Juvenil que provocó dicha huelga introdujo los contratos de empleo temporal en los jóvenes. En la actualidad al problema del alto desempleo juvenil se suma el problema de la precariedad en la contratación. Pero lo más estridente se produce cuando veintidós años después nos encontramos con una tasa de paro juvenil que es el doble y, además, con el problema de la precariedad en el empleo que alcanza ya al 33% del conjunto de las contrataciones. Además la única solución que se le ocurre a nuestra clase política es seguir precarizando el empleo, lo que, como se ha visto a lo largo de veinte años, no reduce el desempleo estructural que arrastra la economía española.

La cuarta huelga se produce el 29 de mayo de 1992. Esta huelga tuvo un alcance más limitado que la anterior y marcó el inicio del declive del movimiento sindical en España. Las causas de la huelga estaban relacionadas con el coste económico que había supuesto el giro social del gobierno, al que fue obligado por la presión sindical en la anterior huelga. Una de estas medidas sociales fue extender la cobertura del desempleo a un mayor número de parados que multiplicó por dos el gasto en desempleo (se pasó de 810.000 millones de pesetas a 1,6 billones al año). Esta situación se pudo mantener hasta la crisis de 1992 – 1994, en la que la tasa de paro volvió a crecer hasta superar el 20% de la población activa y el ministro de economía Carlos Solchaga, ya bajo los criterios de convergencia de Maastricht, optó por reducir la cuantía del subsidio por desempleo y su cobertura, a lo que lógicamente se opusieron los sindicatos.

Esta huelga, aunque ha sido considerada de menor importancia que la anterior, supuso un verdadero canto de cisne en la historia de la democracia española. Supuso el fin de Solchaga como ministro de economía, un ministro que representaba con Boyer a los "yuppis" de los ochenta encaramados a unos gobiernos socialistas que habían favorecido el enriquecimiento fácil de ciertos sectores sociales. También supuso el fin de la pujanza que el movimiento sindical había alcanzando con la huelga del 14 de diciembre de 1988; desde entonces éstos han dejado de influir en las políticas económicas de los gobiernos. Por último, también abrió la puerta al cuestionamiento de las políticas socialdemócratas en España, aquellas que confían en el Estado para redistribuir la riqueza y generalizar cierto bienestar colectivo al conjunto de la ciudadanía del país. Podemos concluir que éstas sólo tuvieron una corta implementación en nuestro país, desde 1989 hasta 1992; en estos tres años se construyeron las bases del Estado del Bienestar en España, mientras que en el resto de Occidente su construcción y perfeccionamiento se produjo durante las tres largas décadas de Posguerra.

La quinta huelga general de la democracia se produce el 27 de enero de 1994. Ésta ya fue una huelga menor o propia de un tiempo donde los sindicatos empiezan a perder poder dentro del espacio público de las democracias occidentales. Esta huelga fue muy similar a la actual, la tasa de paro había alcanzado el 23% de la población activa, el porcentaje más alto de nuestra historia, por tanto, el descontento era evidente. En los años anteriores se habían aumentado las prestaciones por desempleo, pero esto disparó el déficit público, como ahora, hasta niveles insostenibles, cercanos al 6%. La situación era límite y los agentes sociales no llegaban a un acuerdo, así que el Gobierno decidió llevar a cabo una reforma laboral en solitario que facilitó el despido (por primera vez se introduce la causa económica como un motivo justificado de despido), se rompió el monopolio del INEM en la colocación y se creron las famosas agencias de colocación o empresas de trabajo temporal, se elevó la edad a la que un trabajador se podía acoger a un contrato de formación (desde los 20 a los 25 años), permitiendo que recibiera un salario por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, y disminuyó la protección a los contratos a tiempo parcial.

En este caso la huelga fue un fracaso, no paró una reforma innecesaria que creó, a largo plazo, la dualidad laboral en España al fomentar la contratación temporal y que hoy es un problema ya que supone un tercio del total de contrataciones y, como hemos visto, no soluciona el problema del paro. Lo único que consiguió fue debilitar un gobierno socialista que estaba ya en el final de su recorrido, demasiado acosado por los casos de corrupción (Filesa, GAL, etc.) y que hacía previsible un futuro gobierno del PP de Aznar que, eso sí, en minoría, buscó su legitimidad en un consenso social que los últimos gobiernos del PSOE habían rechazado y consiguió una reforma laboral pactada en 1997.

La última huelga general en España fue el 21 de junio de 2002 y, como casi siempre, triunfó en los transportes, construcción e industria. La causa fue, como la anterior, una reforma laboral no pactada con los agentes sociales. En este caso se debió a que el PP se encontraba bajo los duros efectos de la mayoría absoluta y mostraba un rostro de prepotencia, llevando a cabo una reforma laboral innecesaria, ya que España seguía creciendo pese a la crisis bursátil de las puntocom. Como en los casos anteriores el objetivo era conseguir un poco más de renta del trabajo y cedérsela en tributo al capital. Desde la Transición los trabajadores han pasado del 51% de la masa salarial total del país al 44% actual y... seguimos bajando. En este caso el conflicto fundamental fue la supresión del salario de tramitación, es decir, el salario que se percibe entre el momento en que se despide a un trabajador de un modo improcedente y el momento en que un tribunal de justicia dicta sentencia a su favor. En un segundo plano también se reformó el subsidio agrario y la renta activa de inserción. A partir de la huelga el PP inició un camino hacia la pérdida del poder que empezó con la huelga general y continuó con el derrame de petróleo del Prestige y su mala gestión de los atentados del 11 de marzo de 2004.

Hoy los sindicatos nos vuelven a convocar a una huelga general el 29 de septiembre de 2010 y yo estoy de acuerdo con ellos. Creo que debemos movilizarnos en la defensa de nuestros derechos porque no es justo:

1. Que se abarate el despido en los nuevos contratos fijos de 45 días a 33 días.

2. Que se considere una causa objetiva de despido el tener una menor previsión de beneficios.

3. Que se nacionalicen las pérdidas de los bancos y se privaticen los beneficios.

4. Que gobiernen los mercados y lo que los ciudadanos establecen con su papeleta en la urna no cuente nada.

5. Que tengamos un problema de dualidad en el mercado laboral y se opte como solución por precarizar el conjunto del mercado de trabajo.

Sólo dos reflexiones más:

1. Los economistas están considerando que los trabajadores son responsables de las pérdidas de una empresa por su baja productividad, por tanto, tienen que pagar las pérdidas. Si eso es correcto entonces también serían responsables de los beneficios y, entonces, ¿por qué no se les retribuye de la misma forma que a un ejectuvo con stock options o pluses por los beneficios obtenidos?

2. En los siguientes meses está en juego la reforma de las pensiones, si perdemos esta lucha está en riesgo una modificación del sistema de pensiones que vuelva a erosionar los intereses de la clase trabajadora.

jueves, 27 de mayo de 2010

RESPONSABILIDAD ANTE LA CRISIS


Desde la Transición han cambiando muchas cosas en este país, la mayoría han ido a mejor. No así nuestra clase política. Tampoco hay que extrañase por ello, las circunstancias de una nación son las que moldean a sus dirigentes. Y, aunque esto no sea popular, también es real que los dirigentes políticos de una nación suelen ser una representación bastante fiable de ésta, al fin y al cabo los votamos cada cuatro años.
Durante el período de Transición democrática se estaba construyendo la nación, a partir de un Estado modelado durante 39 años por una cruel dictadura que nos había alejado de un proyecto europeo que significa modernización y derechos, un proyecto que ya se nos había resistido insistentemente durante toda nuestra historia contemporánea. El fracaso absoluto de las élites, impuestas por medio de las armas, a la hora de gestionar la economía, llevó al Estado al borde del colapso financiero. Esto hizo que éstas abandonaran la dirección de la economía en manos de expertos tecnócratas. Curiosamente el inspirador del Plan fue el economista Joan Sardá, un catalanista que había sido condenado al exilio por participar de la Generalitat durante la Guerra Civil.
El Plan de Estabilización de 1959 liberalizó la economía y sentó las bases de una modernización económica y social sobre la se desarrollaría, veinte años después, la modernización política del país. Eso sí, sobre la expulsión de 3,5 millones de emigrantes que tuvieron que emigrar a Europa, algo que no ha sido suficientemente valorado en nuestra historia.
El siguiente paso fue la modernización política del país y hacia ella confluyeron parte de las élites políticas del franquismo, presionadas por Europa y Estados Unidos, y toda la izquierda y partidos nacionalistas. El acuerdo que fructificó en la Constitución de 1978 se hizo sobre la renuncia, en beneficio del consenso y el bien común. Las élites franquistas aceptaron compartir el poder, restaurar la democracia, aceptar al Partido Comunista dentro del juego político y dar espacio en la Constitución a los nacionalistas y los derechos sociales. La izquierda también cedió al aceptar la Monarquía, el mantenimiento de la legalidad franquista en el proceso de Transición, la ley de punto final sobre los crímenes de la dictadura y la "rehabilitación democrática" de aquellos que fueron sus ejecutores, el mantener en una situación de privilegio a la iglesia católica y renunciar a parte de su programa socioeconómico.
En este proceso de tensión política también se vivió una gran crisis económica que se inició en 1973 y duró una década. España vivió esta crisis desde 1975 hasta 1985. De nuevo fue un pacto el medio para salir de ésta, los llamados Pactos de La Moncloa de 1977 en los que la izquierda cedió en la contención salarial y la derecha en el establecimiento del IRPF, impuestos a los que más tienen y la mejora de los servicios sociales.
Qué queda de todo esto, sólo el recuerdo y alguna página en los libros de historia. El espectáculo que dio la clase política en el debate sobre el "decretazo" fue patética. El único que tuvo un discurso duro, pero serio, fue Durán i Lleida, qué casualidad, el único político activo de la Transición. Su intervención fue dura, criticando la actuación del Gobierno y Zapatero en la crisis, pero también responsable; a pesar de su oposición CiU se abstuvo por el bien del país. En el otro extremo se situó Rajoy negando el apoyo a Zapatero, en unas medidas que él mismo implementaba como ministro en épocas menos graves que las actuales. El PP se ha negado a actuar, en todo momento, como una alternativa creíble de Gobierno. En las elecciones británicas ganó la derecha de Cameron, mostrándose desde la oposición como si ya fuera el primer ministro. Rajoy opta por la posición contraria, mostrarse como un partido antisistema: utilizó el terrorismo, negó el pacto sobre la educación y ahora quiere dejar que el Gobierno se cueza en la salsa de la crisis económica... En resumen, esta es nuestra triste situación política: un Gobierno superado por las circunstancias y una oposición cuyo único interés es el puro ejercicio del poder sin importarle el futuro del país.

domingo, 16 de mayo de 2010

EL AJUSTE ECONÓMICO


El último anuncio de Zapatero ha dado un giro completo a su política económica en los últimos seis años. Al margen de la oportunidad de las medidas, cuestión que ya discutiré unas líneas más abajo, considero que ha tenido errores políticos de bulto, que tendrá su repercusión electoral.
Uno de los elementos que más demandan la ciudadanía es la coherencia y solidez de sus líderes. Dada las dimensiones de esta crisis financiera, la mayor de nuestra historia desde la Gran Depresión de los años 30, es necesario un lenguaje claro y contundente que exija, desde el principio, sacrificios a "todos" los agentes sociales que forman la nación y que presente la agenda estructural para evitar, en los años siguientes, que se vuelva a repetir una crisis de esta magnitud. Porque si salimos más delgados de esta crisis, sin ningún cambio, el ajuste siguiente se hará sobre unos cuerpos cada vez más famélicos.
Ya sabemos que muchas de las medidas sobre las rentas altas tienen un carácter simbólico más que económico, ya que mientras existan paraísos fiscales, sicav y otros elementos de la ingeniería financiera, cualquier legislación que aumente la recaudación sobre éstas será un poco inútil. Cambiar esta situación requeriría un acuerdo más amplio con el resto de naciones, que por el momento parece imposible. De todas formas, a veces, sobre todo cuando se exigen esfuerzos a determinados colectivos, son necesarias ciertas compensaciones "morales". Sería conveniente que estas medidas se acompañaran de un retorno del impuesto sobre patrimonio y sucesiones, que además permitiría recaudar 2.500 millones de euros, reducir los beneficios de la iglesia (exención del pago del IVA, subvenciones, etc.), etc. Sería también necesario que el Gobierno nos dijera cuál es nuestra dirección económica.
Hace seis años diversos grupos denunciaban el que un crecimiento económico basado sólo en la construcción sería peligroso, pero no se les hacía caso diciendo que el coste político sería demasiado alto, que había que aprovecharse de la situación, que montar un nuevo modelo económico llevaría su tiempo. El final es cierto y ya hemos perdido diez años. Hoy ese modelo económico nos ha dejado un endeudamiento de 4 billones de dólares, el 400% de nuestra economía. La mayor parte de ese endeudamiento (139% corresponde a entidades financieras privadas, el 89% a los hogares españoles y el 70% al Estado) corresponde al sector privado, no al público. Cierto es que reducir ese endeudamiento nos costará: "sangre, sudor y lágrimas", posiblemente diez años de estancamiento económico, una crisis deflacionista como la japonesa o cosas peores. Pero lo peor de todo es que aquellos que alentaron este modelo de crecimiento son los que ahora exigen los sacrificios. Seguimos esperando que pase la situación, con subvenciones o con recortes, da lo mismo. ¡Lo importante es que no cambiamos de modelo económico!. Estamos esperando volver a la situación anterior y eso parece, la economía es muy tozuda, imposible.
Lo importante, por tanto, no es reducir el déficit, ni aumentar el gasto público sin más, sino generar un nuevo modelo de desarrollo económico más eficaz, solidario y sostenible. Pero, de nuevo, ponemos ante la opinión pública excusas, primero a ver quién le ponía el cascabel a las subidas desenfrenadas en el precio de la vivienda, después lo prioritario era sostener la caída de la demanda privada mediante ayudas y subvenciones a aquellos que generaron la crisis, ahora la prioritario es reducir el déficit fiscal porque nos lo exigen desde fuera. Pero aquí nadie se hace la pregunta fundamental. ¿Qué tipo de economía queremos y, por tanto, qué tipo de sociedad? La respuesta exige cambios estructurales, plantearnos nuestra situación, hacer cierta introspección y mirar que grado de responsabilidad compartida tenemos en lo que estamos viviendo, etc.
Por último tres preguntas que hago y espero que alguien las responda:
¿Por qué nadie cuestiona el gobierno económico de los que nos han llevado a esta crisis? ¿Si los mayores salarios de los directivos de las grandes firmas financieras y empresariales se justificaban por su mayor eficiencia, por qué siguen subiendo cuando han generado pérdidas? ¿Si el crecimiento económico de Europa estaba sostenido en el crédito y el endeudamiento cómo va a seguir creciendo?

domingo, 4 de abril de 2010

LA EUROPA PROCÚSTEA


Procústeo, hijo de Poseidón, era un sátiro del pasado que ofrecía a sus invitados tumbarse sobre una cama que se ampliaba y reducía a voluntad de su dueño. El mecanismo resultaba ser de hierro, algo curioso en un mundo de dioses y héroes. Cuando el visitante era alto reducía el tamaño de la cama y lo que sobresalía lo cortaba de cuajo. Cuando el visitante era pequeño la aumentaba de tamaño y lo que quedaba dentro de ella lo machacaba a martillazos. Con este horror acabaría Teseo, el héroe que prefirió ser humano que divino, y para el lenguaje quedó como un regalo una palabra rimbombante: procústeo, que como aquella cama inadaptada a sus "clientes" hoy nos sugiere instituciones, personas o situaciones que son excesivamente rígidas y no saben adaptarse a las circunstancias. Y éste sería el mejor calificativo que podríamos atribuir a las instituciones de la Unión Europea.
Hemos visto cómo, ante una modificación del contexto, la Unión Europea no es flexible al cambio y se ha convertido en una utopía en el peor sentido del término, es decir, en un modelo político que no tiene en cuenta el contexto y su evolución. Cuando se creó el euro y la unión monetaria se arbitraron una reglas muy rígidas para contener exclusivamente la inflación. Esto se consiguió estableciendo un límite máximo al déficit (3%) y a la deuda pública (70%) que todo Estado miembro debía cumplir. Cualquier historiador de economía sabe que esto sólo se puede mantener en un contexto de bienestar generalizado y la Unión Europea no había previsto los riesgos de una crisis sistémica. Consideraba que el capitalismo globalizado iba a crecer indefinidamente y no había que plantearse qué hacer cuando los Estados sólo tenían la opción de sacrificase, a través del déficit, y salvar al mercado.
En un primer momento la Unión Europa se tumbó en la cama de Procústeo y mostró el rostro de la incapacidad. Tardó meses en tomar decisiones y los agentes del mercado aprovecharon su rigidez para atacar desordenadamente los mercados de la deuda soberana y ver si podían, como en la crisis de 1993 en la que se expulsó a Inglaterra del Sistema Monetario Europeo, sacar provecho de la situación. En los meses siguientes volvió Europa a tumbarse en la cama de Procústeo y ahora, lo que mostró, fue el rostro de la insolidaridad. Alemania apareció como el benefactor ofendido. Ésta acusó a los griegos de ser vagos, poco trabajadores e incapaces de poner orden en su casa. Amenazó con expulsarlos de la Unión Europea y a todos aquellos estados que no fuesen capaces de tomar decisiones dolorosas para sus ciudadanos. Parece que, al final, Alemania se acordó de que sus bancos habían sido los mayores beneficiados de la deuda griega y que el hecho de que parte de Europa hubiera vivido por encima de sus posibilidades también le había permitido a ella basar su modelo económico en las exportaciones y presentar un superávit comercial de 150.000 millones de euros anuales. Al final resultó que el dinero común utilizado por los griegos para comprar productos de la industria alemana no era tal derroche.
¿Cómo es posible que la Unión Europea no hubiese contemplado esta opción? ¿Cómo es posible que después de esta crisis nadie se plantee la posibilidad de un mayor gobierno económico de la Unión Euorpea? ¿Cómo es posible que la Reserva Federal de Estados Unidos tenga entre sus principios el control de la inflación y asegurar el crecimiento económico y que el Banco Central Europeo se conforme sólo con la primera responsabilidad? ¿Cómo es posible que hayamos cedido la soberanía de nuestras monedas y ni siquiera nos planteemos avanzar en una política fiscal, social y laboral común, cuando cada crisis pone de manifiesto lo disfuncional de esta situación? Preguntas éstas que, por desgracia, no están en la agenda de demandas que los ciudadanos europeos presentan a sus gobiernos, ni siquiera cuando es visible que sólo unidos podemos tener cierto grado de soberanía en un mundo globalizado y de grandes potencias (Estados Unidos, Rusia, China, India, Brasil, etc.). La Unión Europea no debería ser una realidad parcheada donde el egoísmo de los antiguos Estados-nación europeos pesen más que las necesidades del futuro.

miércoles, 24 de marzo de 2010

REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN


Uno de los debates que más interés me ha despertado en los últimos días ha sido el de las: "competencias". Qué bonito enganche conceptual, cómo alguien, supuestamente racional, no se va a seducir por la enésima reforma "verbal" del sistema. Qué atractivo es consideraronos hacedores de individuos competentes para el mundo que vivimos.
Pero en toda reforma educativa hay que analizar qué es lo que pretende la administración hacer con esto. En primer lugar, reducir la estadística de fracaso escolar. En España el alumnado que cursa la ESO y no titula ya ha alcanzado el 34%, pero deberíamos desglosar una estadística bruta que dice muy poco. Tendríamos que preguntarnos por qué en el País Vasco, con la misma ley educativa sólo llega al 14%, en Castilla y León se sitúa en el 26% y en la Comunidad Valenciana o Madrid ronda el 40%. Esta variabilidad regional de los datos educativos también se reproduce en el Informe Bolonia, donde Castilla y León, País Vasco y Navarra tienen unos índices en comprensión lectora muy por encima de la media nacional y cercana al oasis educativo que consideramos que es Finlandia.
Un viejo profesor de economía del Doctorado me contó que en España, a partir de una mala traducción del griego, cometemos el error de aseverar como una verdad indómita la frase: "la excepción confirma la regla", cuando en realidad la traducción correcta sería: "la excepción elimina la regla". Es decir, el fracaso educativo no puede estar asociado a la ley de educación cuando ésta es funcional en muchas de nuestras comunidades autónomas. Como el análisis complejo y serio de la realidad está alejado de las exigencias del discurso político. Éste pretende sustituir la reflexión por un efecto mediático:"ilusionar", de nuevo, a la sociedad con una nueva definición, con la que pretenden borrar de los titulares de la prensa y la televisión nuestro manoseado fracaso escolar.
Esto no quiere decir que las "competencia" no sean una valioso instrumento educativo, como en su día fueron muchas reformas de la LOGSE, que nadie se atreve a defender, pero que nadie se atravería a cuestionar en nuestro actual paisaje educativo (escolarización obligatoria hasta los 16 años, igualdad de oportunidades a los alumnos con discapacidad, nueva metodología más acorde con la realidad del presente, etc.) El problema es que como los políticos que implementan dicha ley tiene unos objetivos que nada tienen que ver con ella, puede que se convierta en un instrumento inservible. Dependerá, una vez más, de la "voluntad" de los centros educativos y el profesorado. Su implementación se hará, de nuevo, sin medios, sin unas directrices claras, sin una formación contundente, etc.
Creo que, de nuevo, todos aprenderemos de este duro proceso. Nos quejaremos de la burocracia (yo el primero), nos romperemos la cabeza pensando qué es lo que la administración quiere de unas competencias que ella no tiene claras, lucharemos por encontrar una nueva metodología que nos acerque a un público generacionalmente distanciado de nosotros, nos ilusionaremos con unos éxitos que irán surgiendo de nuestro esfuerzo y de la nada... Y, finalmente, cambiará la Ley, apareciendo, de nuevo, esa nueva "maldita" palabra que nos despertará de nuestra comodidad docente. Sólo espero que llegue acompañada, esta vez, de medios económicos, informes claros, cursos que realmente formen y... nuevos ítem para las programaciones fácilmente rellenables.

martes, 16 de marzo de 2010

LA IMPORTANCIA DE LO QUE DEBATIMOS


Hace unos meses una compañera de trabajo, a la que he tenido la suerte de conocer, me regaló un libro: No pienses en un elefante de Lakoff. En esta obra se analiza de un modo sencillo y divulgativo, dentro de lo que un experto en semántica es capaz, cómo los grupos republicanos organizaron grupos de debate, los famosos think tanks, que monopolizaron el estado de la opinión pública norteamericana desde, diría yo, la década de los setenta. Este monopolio se llevó a cabo en ámbitos tan dispares como la política exterior (armas de destrucción masiva, guerra preventiva, terrorismo global, etc.), social (mensaje evangélico y antiabortista) y económico (recorte de impuesto y menos Estado).
El único defecto que veo a este análisis es que no sólo es un fenómeno americano, sino global, al menos también europeo. Estos son los datos y debates de nuestros país:
1) Nunca hemos tenido ratios de delincuencia tan bajos y, sin embargo, se reabre el debate sobre la cadena perpetua o cosas peores.
2) Nuestro código penal y, por tanto, el número de presos por habitante es el más duro de Europa. Se mete en la cárcel a gente por faltas menores y todavía seguimos con la cantinela que en España un delincuente sale a la calle en poco tiempo. Todos los días nos bombardean los medios de comunicación con casos extremos que hace que los periodistas salgan, cual marabunta de termintas, a pedir un endurecimiento de las penas. Lo mismo podíamos decir del aumento de las cámaras de vigilancia, el aumento de las medidas de seguridad en los medios de transporte, etc.
3) En economía ya no nos preocupamos por regular el sistema financiero que nos llevó a la crisis y sí por el déficit público que es consecuencia de la crisis financiera. Nos preocupa más subir los impuestos a las rentas altas, algo claramente impopular, y no que la gente sin recursos se multiplique en nuestras calles.
4) En educación se vuelve al debate segregacionista, con adolescentes que deben elegir, según sus cualidades, entre el bachillerato y la formación profesional a la temprana edad de quince años. Se mantiene el sistema dual de la concertada con aulas para la "nueva clase media del ladrillo" y otras para emigrantes, gitanos y discapacitados. Frente a lo anterior, casi nadie alza la voz pidiendo recursos en las aulas para los que menos ventajas de partida tienen, mucho menos para exigir que en el aula se mezclen niños y niñas independientemente de su condiciones personal, intelectual, física, etc. Viva la democracia y los preceptos constitucionales, con los que todos estamos de acuerdo, pero sólo cuando conversamos, no nos vayan a acusar de algo.
Asumo que hay avances, pero sólo en aquellos ámbitos más estrechamente relacionados con los derechos humanos: el papel de la mujer y los homosexuales. No niego su importancia, pero considero que debería ser algo no debatible, nadie debe sentirse con más derechos que otro colectivo. Esto debería estar fuera del debate, asumido por personas de izquierdas, derechas, centro y, cualquier otra dimensión política, como en su día superamos el feudalismo y asuminos la igualdad jurídica de los varones heterosexuales ante la Ley. Esto es lo que hemos completado, ya podemos decir: "todas las personas somos iguales ante la Ley". A partir de esta premisa debatamos sobre: economía, educación, ¿qué sociedad queremos?, etc.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El verdadero debate económico de nuestro país


Únicamente Estonia y Bulgaria tienen ingresos fiscales más bajos que nosotros respecto a la media europea, hemos sido superados por Rumanía, Grecia, Portugal, etc. Lo digo porque una subida fiscal no supondría equipararnos con Suecia o Finlandia, sino con los países de nuestro entorno mediterráneo. Nuestra baja presión fiscal se produce porque ésta, en gran parte, recaía sobre la construcción, cuya actividad y, por tanto, recaudación fiscal se ha desplomado. Además este desplome va a ser imposible recuperar, por mucha deducción fiscal que se proponga para la rehabilitación de viviendas.
La tozudez de los datos nos indican que el tan cacareado déficit público español (11'4%) se reduciría en 7 puntos fiscales si se volviera a los niveles de recaudación de 2007, año en que España estaba por debajo de la media de la Unión Europea en ingresos fiscales armonizados, es decir, el déficit público se situaría en un saludable 4,4%. A eso hay que sumarle los gastos del Plan E de infraestructuras locales y los gastos extra que supone el amento del paro y las prestaciones a los desempleados que hayan agotado su prestación. Estas nuevas partidas presupuestarias suponen 25.000 millones de euros, es decir, aproximadamente 2,5 puntos del PIB. Si las anulásemos, ya que éstas son medidas transitorias, nos situaríamos en un déficit público del 1,9%, y dentro de los criterios de convergencia. Con esto no quiero decir que haya que reducir las prestaciones por desempleo, sino que cuando el paro deje de aumentar este gasto se suprimirá.
Todos los datos anteriores bienen a apoyar la tesis de que España, en realidad, lo que necesita es una reforma fiscal. Ésta tiene que dejar de pivotar sobre la construcción, un modelo económico que está agotado. Por tanto, para restaurar las cuentas públicas habría que plantear un nuevo Pacto de La Moncloa (1977), pacto éste que nos sacó de la crisis económica de 1973. En este Pacto se buscó la contención salarial a cambio de un salario social (inversiones en educación, transporte público, construcción de hospitales, etc.). En resumen, se debe de buscar un nuevo pacto social donde los diferentes grupos sociales hagan aportaciones equitativas.
Los grupos sociales más desfavorecidos ya han hecho sus aportaciones al ser los que más han sufrido el desempleo, las congelaciones salariales, la pérdida de servicios sociales, etc. Es hora, por tanto, de modificar la presión social, en ningún caso a través de impuestos directos que son injustos por naturaleza, ya que gravan independientemente del nivel de renta. Personalmente abogo por restaurar el impuesto de sucesiones y elevar el porcentaje del IRPF (impuesto que fue creado por los Pactos de La Moncloa) que pagan las rentas más altas. Las rentas superiores a 52.360 euros anuales tributan el 43% de sus ingresos, sería conveniente devolverlas al 45% que es lo que tributaban hace tres años. Tampoco estaría mal establecer un nuevo tramo del 50% para las rentas superiores a los 100.000 euros anuales. Aunque estas modificaciones puedan parecer poco, ya que afecta a un número reducido de personas, alcanzan a cerca del 25% de la renta nacional, es decir, una cuarta parte de nuestra riqueza, según datos del INE.
La otra medida que el Gobierno y los agentes sociales tendrían que acometer es una reforma laboral, pero no en el sentido de precarizar todavía más el mercado laboral. Su precariedad es un grave problema de nuestra economía que imposibilita: compras a largo plazo, inversiones eficaces en formación continua, aumento de la productividad en los puestos de trabajo, etc. Esto lo dicen informes de la OCDE, CEOE, etc. La reforma laboral debería plantearse lo siguiente: ¿Por qué Alemania cae un 5% económicamente y apenas destruye empleo y España lo hace un 3,6% y triplica su tasa de paro? Su gran éxito reside en contratos parciales subvencionados por el Estado, es decir, el Estado asume el coste de parte del contrato, a cambio éste sigue cotizando a la seguridad social y no recibe prestaciones por desempleo. Según el diario económico Cinco Días en 2009 el desempleo le costó al Estado 31.462 millones de euros y cada desempleado supone una media de 20.000 euros al año entre la prestación social y lo que deja de recaudar. Son cantidades suficientemente altas para que nos planteemos una política laboral más activa, centrando los recursos en la creación, mantenimiento o adecuación de los puestos de trabajo y no exclusivamente en el mantenimiento de una situación presente que nos puede salir cara en el futuro.

lunes, 1 de marzo de 2010

Ítem, curriculum y... otros chiringuitos educativos


Este artículo trata sobre uno de los fundamentos de todo modelo económico: el capital humano. Uno de los mayores logros de nuestra sociedad fue la LOGSE, Ley que el futuro valorará, aunque el presente no le tenga gran aprecio. Pero fue una conquista indudable incorporar al 100% de nuestros jóvenes al sistema educativo, aunque ello supusiera cierta merma de su calidad. Que los jóvenes estén dentro del sistema educativo hasta los 16 años y no en la calle es un gran avance, también lo es que aquellas personas con discapacidad vayan encontrando, no sin dificultad, una mejor situación y mayor calidad de vida dentro del sistema educativo y la sociedad.
Aunque suscribo enteramente el párrafo anterior, tampoco creo que debamos regodearnos en nuestros éxitos, sino que debemos ver cuáles son sus errores e intentar modificarlos. El problema de nuestro sistema de formación es que alcanzó el éxito cuantitativo y ahora debemos de alcanzar el cualitativo, es decir, ya todos los alumnos tienen derecho a la educación, ahora debe ser el momento de la educación de calidad.
La duda que se me plantea en este reto es que la sociedad actual, no sólo el sistema educativo, no sabe valorar lo cualitativo. Los ejemplos son múltiples, si quieres hacer una carrera académica no importa lo qué publiques, sino el número de publicaciones que tienes; cuando quieres hacer carrera en la enseñanza o en cualquier otra profesión lo importante son el número de"cursos de formación" que tengas, donde pagas por unas décimas de punto o por ensanchar las páginas de tu CV y aprendes poco o nada... (por cierto tengo que terminar un curso de los sindicatos sobre ¿cómo entrar en Internet?, he aprendido cómo se entra en una página web y me han dado 0,2 puntos en la oposición). En una conversación con una amigo, de pensamiento liberal, me decía que en los 70 el trabajo compulsivo de la industria se definía como alineante, término que bien podía emplearse para una actualidad que nos sujeta a incrementar nuestros CV, para mantenernos ocupados y, tal vez, que creemos o pensemos bien poco.
¿Cuál es el objetivo de este cuantitativismo desaforado?
1. El mantenimiento de chiringuitos educativos muy lucrativos para quienes los potencias y poco útiles para la sociedad.
2. El prestigio de los modelos empresariales de marketing: todo hay que medirlo y establecer ítem de medición que nos den tranquilidad sobre el trabajo que estamos haciendo, ya que nos genera la "falsa ilusión" de que lo que hacemos está más controlado. En diferentes empresas se multiplican los ojos perdidos y la frustración momentánea de un trabajador que se enfrenta a su fracaso profesional mascullando: "... ¿Qué ha ocurrido?... he seguido todo el protoclo al pie de letra... En fin, a ver cuando nos damos cuenta que trabajar con personas no es vender cosas o fabricarlas y, a veces, el "pide de la letra" tiene sus problemas.
El problema de estos modelos es que nos hacen muy eficientes en sistemas estables, y la crisis ha puesto de manifiesto que los sistemas son menos estables de lo que pensamos y... ahora sólo existe el pánico ante lo desconocido, cuando ya no vale lo que conocemos y tenemos que crear algo diferente, para eso ya no hay Item eficientes... me gustaría conocer el ítem de creación de ítems.
Sólo dos apuntes más. Cualquier estudiante de primero de historia, biología o paleontología sabe que el éxito evolutivo de nuestra especie es su "inadaptación", es decir, su capacidad de sobrevivir a ambientes cambiantes, ya que no está especializado en ninguno. Tal vez eso debería ser la revolución cualitativa de la enseñanza: hacer personas que sepan racionalmente enfrentarse a retos en constante cambio... que no conozcan hasta el extremo cómo se desenrosca el último modelo de tapón, éste cambiará varias veces a lo largo de su vida, por tanto, el "éxito" educativo sería que supiera cómo enfrentarse a diferentes modelos de abertura y que supiera investigar cómo se abren los nuevos sin ayuda de nadie.
.. pero claro, eso supondría hacer mentes que cuastionasen su lugar en el Mundo y los sistemas establecidos y... eso ¿le interesa a alguien?

lunes, 22 de febrero de 2010

CREADORES DE ESCASEZ

El título del artículo se lo he tomado prestado a uno de los mejores economistas que he conocido, David Anisi, profesor de la Universidad de Salamanca. Su tesis central es que la crisis de los 70 fue generada por el "Capital" en el momento de la historia en que los trabajadores habían conseguido su máxima participación en las rentas globales de un país, superiores al 50%. El instrumento elegido fue desvincular a los Estados de la responsabilidad en el pleno empleo. Desde entonces una "saludable" tasa de desempleo y períodicas crisis espolean con suficiente fuerza a la "perezosa" clase trabajadora, para que ésta siga renunciando a una porción más de su reparto en la tarta que sería la economía.
Tal vez, como alguna vez se le ha acusado, sea ésta una tesis excesivamente "conspiradora". Es difícil creer que la economía mundial esté regida por un grupo de financieros que, parodiando la figura de Montgomery Barns, se reúnen períodicamente en tenebrosos castillos para regocijarse en sus malas acciones.
Personalemte creo que se equivoca al considerar que las crisis están planificadas, no creo que dicha caterva sean tan eficaces en su gestión, a las pruebas me remito. Pero sí es cierto que la agenda política, cada día que pasa, parece más capturada por los intereses de ciertos agentes económicos y no de su conjunto. Si no son responsables de unas crisis que los descapitalizan, si lo son de unas salidas donde el resto de los agentes económicos: familias y Estado, se pone a su servicio para solventar las deudas originadas por su gestión.
Un dato: El País titulaba hoy un artículo: las rentas salariales caen el triple que las empresariales en el peor año de la crisis. Éstas se han situado en su mínimo hisórico desde que en 1980 se construye esta serie.
Un apunte histórico: el error de la salida de la crisis de 1973, que hizo que se extendiera hasta mediados de los ochenta, fue considerar que estábamos en los años 30 y, cuando ya no era necesario, ni posible, buscar en el gasto público su tradicional vía de salvación. Ahora estamos cometiendo el mismo error, buscando salidas como en los ochenta. Ésta no es una crisis del Estado, sino del modelo de gestión privada, recapitalizando los mecanismo que nos han llevado a la bancarrota, sólo volveremos a ella más delgados.
¿Una solución? El problema de fondo es que las rentas del Capital ya no pueden seguir creciendo más a costa de los exiguos ingresos de la clase trabajadora, donde el 60% trabaja por 1000 euros al mes y el 33% tiene empleos precarios. El problema de la dualidad del mercado laboral no se soluciona haciendo a todos los trabajadores precarios y con bajos salarios, eliminando el horizonte de una alternativa a sus "precarias" vidas. Deberíamos poder regular las finanzas globales y conseguir que éstas inicien un derrame de sus extraordinarios beneficios sobre el conjunto de la sociedad, al menos cuando los tienen...

viernes, 19 de febrero de 2010

El sistema de pensiones

Por cuestines profesionales este es un tema de especial interés para mí. Cuando fui becario de investigación tuve la suerte de poder investigar aquello que consideraba que entraba dentro de mi ámbito de interés. Por eso mi investigación se centró en la construcción política del Estado del Bienestar malogrado que disfrutamos en nuestro país. Digo malogrado porque está muy por debajo de nuestro nivel de riqueza, es decir, en términos relativos tenemos unas políticas públicas y sociales muy bajas dado nuestro nivel de reta per cápita. Aunque no es éste el tema que me interesa debatir en este artículo que viene marcado por la actualdad política.
En los últimos días ha habido un ataque contra la viabilidad de nuestro sistema público de pensiones y esto me hizo recordar cómo en la crisis de 1993 surgieron informes del BBVA y del Banco Santander que también cuestionaban en el largo plazo la viabilidad financiera de nuestro sistema de pensiones. En estos informes se aludía al año 2000 como el año límite en que nuestro sistema podía mantenerse en superavit, hoy estamos en 2010 y la caja de la seguridad social sigue teniendo un saldo positivo.
¿Por qué los informes de los bancos dicen lo contrario?
En primer lugar porque sólo el fondo de reserva, es decir, lo ahorrado por los pensionistas desde 1997, año que se aprobó el Pacto de Toledo, son 60.000 millones de euros, además de las aportaciones anuales que son más de 100.000 millones de euros. ¿Alguien se puede imaginar lo que harían los bancos con ese dinero? ¿No creeís que son fondos suficientes como para volverlos a recapitalizar después de esta cris que ellos han provocado?
Parece estar claro que sus informes tiene un interés concreto, por esos realizan informes que son verdades a medias y, por tanto, peores que una mentira porque tienen cierta legitimación.
Estos informes cogen la población y extrapolan los datos demográficos hacia el futuro, pero éstos no son tan estables como ellos dicen.
1) No contaron en 1993 con los 8 millones de emigrantes que llegaron a nuestro país y eso reequilibra nuestras pirámides demográficas. En 1993 había 12 millones de trabajadores activos y hoy somos 17 millones, es decir, cinco millones de trabajadores que no estaban en sus informes.
2) Además hay cuatro millones de parados que se pueden incorporar en el futuro a la población trabajadora, también podemos seguir aumentando el porcentaje de mujeres trabajadoras, es decir, tenemos reserva de mano de obra que se puede incorporar, no tiene porqué seguir siendo mano de obra pasiva.
3) La productividad del trabajador y de nuestra economía seguro que mejorará. En 1967 cuando empezó la Seguridad Social se necesitaban el doble de activos que en la actualidad para mantener un pasivo y nada nos indica que esto pueda cambiar.
En resumen no paguemos más de lo que tenemos que pagar. Es como si la gente del Santa Cruz de Tenerife se fuera de la Isla por miedo a una erupción volcánica y se quedaran los bancos gestionando sus tierras hasta que esto ocurriese. Podemos hacer un informe que argumente dicha probabilidad, pero no sería lógico, como tampoco lo es jugar con nuestro futuro... Continuaremos

martes, 16 de febrero de 2010

La venganza de Marx

Desde 1989 el marxismo, no sólo como proyecto político, sino como método de análisis entró en descrédito. Sus mayores beneficiaros los trabajadores de la industria europea y las clases medias, que juntos habían construido el Estado del Bienestar, se enfrentaron a la desorientación y el divorcio político. Esto hizo que los partidos socialdemócratas perdieran las sólidas bases que los habían sostenido en las décadas anteriores e iniciásemos en toda la izquierda un período de desorientación que llega hasta nuestros días.
Sin embargo, como había anunciado Marx, el capital (empresas multinacionales) iniciaron un camino hacia delante que suponía su internacionalización y concentración. Éstas dejaron de jugar en el tapete del Estado - nación y pasaron a hacerlo en un tablero internacional, se sentían más seguras que nunca y dejaron de lado las tradicionales regulaciones del Estado. Pero como ya dijera Hobsbawm y otros neomarxista el capitalismo necesita defenderse de sí mismo, de nuevo la búsqueda de un enriquecimiento rápido y a cualquier precio desencadenó una crisis reguladora. El "Capital" que no entiende de principios, aún cuando los exige al resto, decidió de nuevo llamar al Estado para que lo salvase, aunque sólo coyunturalmente. A partir de ahí los déficit públicos se disparan por los rescates bancarios, subsidios de desempleo e inversión en infraestructuras... parecía que era de nuevo el triunfo de la política sobre al economía, pero pronto hemos comprobado que la correlación de fuerzas sigue donde estaba, que el capitalismo financiero es un animal herido, pero con suficiente fuerza para arrollar a los Estados que se pongan por delante... y que de nuevo, para recuperarse exigirá sacrificios a las clases asalariadas y a una clase media que se siente de los suyos, pero que acabará con los de abajo si sigue abrazando al oso. En fin la pregunta que se me planteo es: habrá que esperar a otra crisis, todavía más fuerte, para iniciar el salvamento de un Capital que sigue devorándose a sí mismo o, al contrario, seremos lo suficientemente inteligentes como para reforzar alianzas políticas y sociales que restituyan el equilibrio perdido.