jueves, 27 de mayo de 2010

RESPONSABILIDAD ANTE LA CRISIS


Desde la Transición han cambiando muchas cosas en este país, la mayoría han ido a mejor. No así nuestra clase política. Tampoco hay que extrañase por ello, las circunstancias de una nación son las que moldean a sus dirigentes. Y, aunque esto no sea popular, también es real que los dirigentes políticos de una nación suelen ser una representación bastante fiable de ésta, al fin y al cabo los votamos cada cuatro años.
Durante el período de Transición democrática se estaba construyendo la nación, a partir de un Estado modelado durante 39 años por una cruel dictadura que nos había alejado de un proyecto europeo que significa modernización y derechos, un proyecto que ya se nos había resistido insistentemente durante toda nuestra historia contemporánea. El fracaso absoluto de las élites, impuestas por medio de las armas, a la hora de gestionar la economía, llevó al Estado al borde del colapso financiero. Esto hizo que éstas abandonaran la dirección de la economía en manos de expertos tecnócratas. Curiosamente el inspirador del Plan fue el economista Joan Sardá, un catalanista que había sido condenado al exilio por participar de la Generalitat durante la Guerra Civil.
El Plan de Estabilización de 1959 liberalizó la economía y sentó las bases de una modernización económica y social sobre la se desarrollaría, veinte años después, la modernización política del país. Eso sí, sobre la expulsión de 3,5 millones de emigrantes que tuvieron que emigrar a Europa, algo que no ha sido suficientemente valorado en nuestra historia.
El siguiente paso fue la modernización política del país y hacia ella confluyeron parte de las élites políticas del franquismo, presionadas por Europa y Estados Unidos, y toda la izquierda y partidos nacionalistas. El acuerdo que fructificó en la Constitución de 1978 se hizo sobre la renuncia, en beneficio del consenso y el bien común. Las élites franquistas aceptaron compartir el poder, restaurar la democracia, aceptar al Partido Comunista dentro del juego político y dar espacio en la Constitución a los nacionalistas y los derechos sociales. La izquierda también cedió al aceptar la Monarquía, el mantenimiento de la legalidad franquista en el proceso de Transición, la ley de punto final sobre los crímenes de la dictadura y la "rehabilitación democrática" de aquellos que fueron sus ejecutores, el mantener en una situación de privilegio a la iglesia católica y renunciar a parte de su programa socioeconómico.
En este proceso de tensión política también se vivió una gran crisis económica que se inició en 1973 y duró una década. España vivió esta crisis desde 1975 hasta 1985. De nuevo fue un pacto el medio para salir de ésta, los llamados Pactos de La Moncloa de 1977 en los que la izquierda cedió en la contención salarial y la derecha en el establecimiento del IRPF, impuestos a los que más tienen y la mejora de los servicios sociales.
Qué queda de todo esto, sólo el recuerdo y alguna página en los libros de historia. El espectáculo que dio la clase política en el debate sobre el "decretazo" fue patética. El único que tuvo un discurso duro, pero serio, fue Durán i Lleida, qué casualidad, el único político activo de la Transición. Su intervención fue dura, criticando la actuación del Gobierno y Zapatero en la crisis, pero también responsable; a pesar de su oposición CiU se abstuvo por el bien del país. En el otro extremo se situó Rajoy negando el apoyo a Zapatero, en unas medidas que él mismo implementaba como ministro en épocas menos graves que las actuales. El PP se ha negado a actuar, en todo momento, como una alternativa creíble de Gobierno. En las elecciones británicas ganó la derecha de Cameron, mostrándose desde la oposición como si ya fuera el primer ministro. Rajoy opta por la posición contraria, mostrarse como un partido antisistema: utilizó el terrorismo, negó el pacto sobre la educación y ahora quiere dejar que el Gobierno se cueza en la salsa de la crisis económica... En resumen, esta es nuestra triste situación política: un Gobierno superado por las circunstancias y una oposición cuyo único interés es el puro ejercicio del poder sin importarle el futuro del país.

domingo, 16 de mayo de 2010

EL AJUSTE ECONÓMICO


El último anuncio de Zapatero ha dado un giro completo a su política económica en los últimos seis años. Al margen de la oportunidad de las medidas, cuestión que ya discutiré unas líneas más abajo, considero que ha tenido errores políticos de bulto, que tendrá su repercusión electoral.
Uno de los elementos que más demandan la ciudadanía es la coherencia y solidez de sus líderes. Dada las dimensiones de esta crisis financiera, la mayor de nuestra historia desde la Gran Depresión de los años 30, es necesario un lenguaje claro y contundente que exija, desde el principio, sacrificios a "todos" los agentes sociales que forman la nación y que presente la agenda estructural para evitar, en los años siguientes, que se vuelva a repetir una crisis de esta magnitud. Porque si salimos más delgados de esta crisis, sin ningún cambio, el ajuste siguiente se hará sobre unos cuerpos cada vez más famélicos.
Ya sabemos que muchas de las medidas sobre las rentas altas tienen un carácter simbólico más que económico, ya que mientras existan paraísos fiscales, sicav y otros elementos de la ingeniería financiera, cualquier legislación que aumente la recaudación sobre éstas será un poco inútil. Cambiar esta situación requeriría un acuerdo más amplio con el resto de naciones, que por el momento parece imposible. De todas formas, a veces, sobre todo cuando se exigen esfuerzos a determinados colectivos, son necesarias ciertas compensaciones "morales". Sería conveniente que estas medidas se acompañaran de un retorno del impuesto sobre patrimonio y sucesiones, que además permitiría recaudar 2.500 millones de euros, reducir los beneficios de la iglesia (exención del pago del IVA, subvenciones, etc.), etc. Sería también necesario que el Gobierno nos dijera cuál es nuestra dirección económica.
Hace seis años diversos grupos denunciaban el que un crecimiento económico basado sólo en la construcción sería peligroso, pero no se les hacía caso diciendo que el coste político sería demasiado alto, que había que aprovecharse de la situación, que montar un nuevo modelo económico llevaría su tiempo. El final es cierto y ya hemos perdido diez años. Hoy ese modelo económico nos ha dejado un endeudamiento de 4 billones de dólares, el 400% de nuestra economía. La mayor parte de ese endeudamiento (139% corresponde a entidades financieras privadas, el 89% a los hogares españoles y el 70% al Estado) corresponde al sector privado, no al público. Cierto es que reducir ese endeudamiento nos costará: "sangre, sudor y lágrimas", posiblemente diez años de estancamiento económico, una crisis deflacionista como la japonesa o cosas peores. Pero lo peor de todo es que aquellos que alentaron este modelo de crecimiento son los que ahora exigen los sacrificios. Seguimos esperando que pase la situación, con subvenciones o con recortes, da lo mismo. ¡Lo importante es que no cambiamos de modelo económico!. Estamos esperando volver a la situación anterior y eso parece, la economía es muy tozuda, imposible.
Lo importante, por tanto, no es reducir el déficit, ni aumentar el gasto público sin más, sino generar un nuevo modelo de desarrollo económico más eficaz, solidario y sostenible. Pero, de nuevo, ponemos ante la opinión pública excusas, primero a ver quién le ponía el cascabel a las subidas desenfrenadas en el precio de la vivienda, después lo prioritario era sostener la caída de la demanda privada mediante ayudas y subvenciones a aquellos que generaron la crisis, ahora la prioritario es reducir el déficit fiscal porque nos lo exigen desde fuera. Pero aquí nadie se hace la pregunta fundamental. ¿Qué tipo de economía queremos y, por tanto, qué tipo de sociedad? La respuesta exige cambios estructurales, plantearnos nuestra situación, hacer cierta introspección y mirar que grado de responsabilidad compartida tenemos en lo que estamos viviendo, etc.
Por último tres preguntas que hago y espero que alguien las responda:
¿Por qué nadie cuestiona el gobierno económico de los que nos han llevado a esta crisis? ¿Si los mayores salarios de los directivos de las grandes firmas financieras y empresariales se justificaban por su mayor eficiencia, por qué siguen subiendo cuando han generado pérdidas? ¿Si el crecimiento económico de Europa estaba sostenido en el crédito y el endeudamiento cómo va a seguir creciendo?