sábado, 10 de diciembre de 2011

VIEJOS Y NUEVOS PROBLEMAS: LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN LOS SIGLOS XIX Y XXI


Durante el siglo XIX la economía española era una economía todavía agraria (60% de la población activa ocupada en el campo), sin urbanizar excepto en Cataluña, con unos incipientes focos industrializadores en el textil del algodón catalán, la siderurgia vasca y, en menor media, el carbón asturiano. Nuestra red de transportes era deficitaria, el ferrocarril se desarrolló de un modo tardío a partir de la Ley de ferrocarriles de 1855 (en 1840 Inglaterra ya había superado los 3.600 km.), y mientras concentrábamos nuestros esfuerzos en el desarrollo del ferrocarril nos olvidábamos de la red de transporte secundario (carreteras) y dejábamos sin acceso a las redes de comercio a amplios espacios de nuestra geografía. En el comercio exterior vivimos una integración muy escasa, más del 60% de nuestras exportaciones eran vino y minerales; según el historiador Jordi Nadal éramos el paraíso de los metales no ferrosos. Nos situábamos como el segundo productor mundial de cobre fino después de Estados Unidos, el primer exportador de hierro y producíamos el 20% del total de plomo en barras. Pero como en un país subdesarrollado, casi toda la inversión de nuestras minas estaba en manos extranjeras. La mayor empresa minera de la actualidad se llama Minas de Río Tinto, emplea a 70.000 personas en todo el mundo, ingresa más de 60.000 millones de dólares al año y cuenta con 15.000 millones de beneficio neto. Su nombre es en honor de la mayor mina de cobre de la historia, explotada desde el siglo VII a. C. (época fenicia) hasta el siglo XX, siendo la que mayor volumen de tierra ha removido en la historia, y se encuentra en la provincia de Huelva; pero ¿por qué esa empresa no es española, sino inglesa? Porque dicha mina fue vendida a una empresa británica en 1870. ¿A qué se debe esta circunstancia?

A que los dos grandes hitos legislativos del liberalismo español en el siglo XIX beneficiaron al capital extranjero:

1) Ley de Ferrocarriles de 1855 construyó 3.600 km. de vías férreas pero a diferencia del resto de Europa, ésta no sirvió para estimular la demanda siderúrgica nacional. El principal beneficiario de estas inversiones fueron las ferrerías francesas que después de desarrollar su tendido ferroviario encontraron una vía de negocio en el español. Además el ancho de vía (1,67 m.) favorecía un mayor consumo de hierro y en nada beneficiaba nuestras relaciones comerciales con los países vecinos. Esta ley acabó con los primeros intentos de desarrollo de una industria siderúrgica nacional que se habían localizado en el Principado de Asturias. Tuvimos que esperar a la década de 1880, cuando el convertidor Bessemer aumentó la pureza de hierro necesario y redujo a una décima parte el consumo de carbón, para iniciar de un modo sólido la historia de la industria pesada en nuestro país. Pero una vez más fue con capital británico y coke inglés, cuyos retornos reducían el coste de los fletes marinos, es decir, el hierro de Somorrostro se cargaba en Bilbao dirección a Cardiff y volvía con carbón galés, así los barcos no perdían ningún viaje.

2) Ley de Minas de 1868 obra del Sexenio Democrático, como la Ley de Ferrocarriles lo había sido del Bienio Progresista; ambas, por tanto, inspiradas en el más puro liberalismo que pudo desarrollar este país. Esta ley privatizó el subsuelo español. A cambio del pago de un canon, cualquier inversor, independientemente de su nacionalidad, pudo invertir y beneficiarse de la riqueza del subsuelo español. Así los ingleses se hicieron con el cobre y el hierro, los franceses con el plomo y los belgas con el zinc. España se convirtió durante la Segunda Revolución Industrial en un país casi tercermundista que dependía de la inversión y tecnología extranjera y sólo era capaz de exportar materias primas, en ningún caso utilizó la riqueza del subsuelo para su propio desarrollo.

La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué la industria española no se benefició de las riquezas de su subsuelo ni del primer gran plan inversor en obras públicas de nuestra historia? La respuesta es sencilla: porque durante todo el siglo XIX España mantuvo un déficit y deuda crónica. Con la pérdida de las colonias americanas durante el reinado de Fernando VII, el Estado perdió el 40% de sus ingresos fiscales y tuvo que esperar hasta la Reforma de Alejandro Mon (1845) para hacer frente a una reforma fiscal que supliera esa pérdida. Pero esta reforma no sólo mantuvo el problema de la deuda, sino que favoreció que la Restauración se convirtiese en un modelo político corrupto y aumentó las desigualdades sociales y la conflictividad social en nuestro medio rural. Esto se produjo porque centró la recaudación sobre los productos de primera necesidad, mediante el impuesto de consumos y sobre el campesinado al gravar la producción agraria mediante la denominada contribución territorial. Este sistema fiscal fue el mejor ejemplo de unas clases altas que se desvincularon de la suerte de nuestra economía y hacienda, ya que la contribución territorial se llevó a cabo sin un catastro y además los terratenientes o campesinos más acomodados constituidos en Juntas de Notables establecían el reparto del impuesto en los famosos amillaramientos, meras listas recaudatorias. Estas listas sobrecargaban con impuestos a los vecinos de peor posición económica, eran utilizadas como instrumento del caciquismo al reducir la carga a los campesinos que se sometiesen a su control social y mantenían al margen del fisco a más del 50% de la propiedad rural.

Este sistema fiscal se mostró especialmente vulnerable en momentos de inestabilidad política, como el Sexenio Democrático, que elevó la deuda española a un 126% de su PIB. Esta deuda tan elevada fue la respuesta de los beneficios que consiguió el capital extranjero en la explotación de nuestros recursos. La Ley que liberaliza, privatiza y deja en manos del capital extranjero el subsuelo español es del mismo período político en que España alcanza su máximo endeudamiento. Pero es que, además, la deuda del Estado provocaba que el Banco de San Carlos (1782), refundado en Banco de San Fernando (1829) y que en 1854 pasó a denominarse Banco de España y a tener el monopolio en la emisión de moneda, nunca estimuló en España el desarrollo del comercio y la industria, su única preocupación era la gestión de la deuda del Estado y poder prestarle a éste. Lo mismo sucedió con la Bolsa de Madrid, creada a partir del Código de Comercio de 1829, donde hasta finales del siglo XIX se negociaba más renta fija que variable, es decir, se negociaba la deuda del Estado y no de las empresas. La necesidad de amortizar deuda por parte del Estado también frustró la posibilidad de que la Desamortización de Mendizábal de 1837 y la de Madoz de 1855 creasen un numeroso campesinado medio que asentase al régimen liberal, como sucedió en Francia, porque el interés del Estado era conseguir recursos para pagar las guerras carlistas y su programa de obras públicas.

En resumen, la ausencia de unas élites económicas responsables, que contribuyesen en el siglo XIX al sostenimiento del Estado liberal, frustraron el proceso desamortizador en España, la creación de un sistema financiero saneado que impulsase el desarrollo industrial y comercial y, por último, a diferencia de otros países tuvimos que esperar a coger el tren de la industrialización porque nuestros recursos fueron literalmente saqueados por un capital extranjero que controlaba la deuda y las decisiones del Estado. Una reforma fiscal eficiente que consolidase los ingresos del Estado hubiera hecho mucho más por el Estado liberal que todos los pronunciamientos militares que lo intentaron impulsar.

El problema de esta exposición es que 150 años después, la historia económica de España parece volver a la casilla de salida. Durante los años posteriores a la Transición, el crecimiento económico de los años 80 y 90 llevó, incluso, a un grupo de historiadores económicos a replantearse la tesis de Jordi Nadal sobre el fracaso de la revolución industrial en España. Esto se basó en un cambio metodológico que amplió nuestro marco comparativo a Italia, Grecia y Portugal, de la que salíamos más favorecidos que de una mera comparación con Francia e Inglaterra. Actualmente, si nos comparamos con los países mediterráneos, nuestra crisis de la deuda parece más relativa, pero yo más bien me inclino por una mayor vigencia de la tesis de Nadal (1975), recogiendo sus palabras, nos encontramos con un “fracaso” del Estado español ante el problema de la deuda. Las causas son las mismas que en el siglo XIX, unas élites económicas que están volviendo a desvincularse de las clases bajas y medias y no quieren pagar la parte que les corresponde, situando nuestros recursos, de nuevo, en el objetivo de unos acreedores extranjeros que son insensibles a las necesidades de crecimiento económico y desarrollo social en nuestro país. No olvidemos que Europa nos exige reducir el déficit pero, de momento, no nos han dicho nada de cómo hacerlo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

LAS ELECCIONES DEL 20 DE NOVIEMBRE DE 2011


Éstas fueron las elecciones más anodinas de la historia de la democracia, parecía como si el partido que estaba gobernando quisiese dejar cuanto antes el poder y el que iba a entrar en el poder lo asumía con cierta apatía, como si no quedase más remedio llegados a este punto.

Como en la obra de Gabriel García Mázquez Crónica de una muerte anunciada el PSOE aceptaba con fría pasividad el guión político que le habían impuesto la crisis económica y su derrota en las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo de 2011. La consecuencia ha sido la pérdida de cuatro millones de votantes y los peores resultados del PSOE desde la Transición.

El mismo guión siguió el PP, que parece un reflejo de lo que debe ser un partido político, sin propuestas, con un liderazgo que sólo se sostiene por el puro aburrimiento de la permanencia. Esto ha continuado después de las elecciones, a una semana todavía no sabemos qué políticas van a implementar, Rajoy parece la personificación del sarcasmo de la transparencia política, no sabemos si porque Merkel todavía no ha tenido tiempo para dictárselas. No se está produciendo una transición de poderes como aquel que ha asaltado la Bastilla, sino que se hace como la orquesta del Titanic que, aunque éste se hunda, sigue tocando la música de fondo porque alguien tiene que hacerlo.

Este desánimo de la ciudadanía española frente a las dos opciones políticas mayoritarias se produce porque ambos bailan la misma música que tocan los mercados. Si en la primera fase de la crisis (2007 – 2010) el PSOE reconoció frívolamente a ésta como si se tratase de algo coyuntural y pasajero, el PP consideraba que se debían tomar medidas que apuntalasen el modelo de crecimiento que había establecido en las dos legislaturas anteriores, es decir, más ladrillo, desgravaciones fiscales y privatización de servicios. Lo que no esperaban ambos partidos es que la crisis vino para quedarse, es una crisis estructural de un sistema capitalista excesivamente desregulado. En 2012 alcanzaremos su quinto año, por lo tanto, las políticas de una expansión del gasto público sin reformas estructurales que aseguren nuevos ingresos es suicida, ya que los déficit abultados tendrán que soportarse durante, al menos, una década. Del mismo modo, el PP no puede esperar el retorno económico a 1996, las “joyas de la abuela” (Telefónica y Endesa) ya no pueden volver a venderse y la posibilidad de endeudarnos hasta los cuatro billones de euros para construir un millón de viviendas produce pánico sólo de pensarlo. Todas estas cosas sólo se pueden hacer una vez y… además hay que pagarlas.

En la segunda fase de la crisis, a partir de mayo de 2010, se ha instalado una solución única dictada por los mercados a cualquier gobierno europeo, basada en los recortes sociales que reduzcan un déficit que no le gusta al poder económico. El problema es que a éste tampoco le gusta el decrecimiento, se reducen sus posibilidades de obtener incrementos en sus beneficios, por lo tanto, nos encontramos en un callejón sin salida. La política europea se ha convertido en una especie de Bolero de Ravel: recesión económica que incrementa el déficit público ante la caída de los ingresos fiscales, a la que sucede una crisis política por la presión de los mercados tenedores de la deuda, a la que sucede un recorte social para calmar mercados, a la que sucede cierta movilización social, paro y caída del consumo interno en Europa, a la que sucede… una nueva recesión.

Por lo tanto, sólo ha sido interesante el incremento en número de votantes y diputados a las Cortes de los partidos minoritarios, especialmente de IU y UPyD, que entre ambos han subido 14 diputados y más de 1,5 millones de votos. Éstos se sitúan frente a un PP que ha subido 32 diputados pero tan sólo 0,5 millones de votos. Éstos han sido, junto con la abstención, el destino de los cuatro millones de votantes que han abandonado al PSOE, gracias a un discurso del 15-M que se ha instalado en la sociedad y que considera más aceptables opciones minoritarias, que no resuelven mucho pero, al fin y al cabo, tampoco lo hacen los partidos mayoritarios.

En resumen, cada vez nos parecemos más a Europa, donde los dos proyectos que generaron la estabilidad de Posguerra, el socialdemócrata y el democristiano, van perdiendo una hegemonía indiscutible en las últimas décadas. Ésta permitió la construcción del proyecto europeo y el avanzado Estado de Bienestar que nos protege. Dichos elementos estás en cuestión, como no podía ser de otro modo, cuando se derrumban los dos proyectos políticos que lo habían sustentado durante décadas. En esta historia política, en el futuro, también los historiadores profesionales asignarán desapasionadamente la mayor o menor responsabilidad colectiva. Aunque creo que no les será muy difícil, un capital que se siente seguro tras el hundimiento del comunismo (1991) y que ya no necesita pactar con el trabajo. Esto hace que la mayor pérdida de peso político recaiga sobre los partidos socialdemócratas, al fin y al cabo la derecha liberal tiene un proyecto político claro, volver a la desigualdad e inseguridad de Entreguerras. Pero los socialdemócratas han perdido el rumbos, se han vuelto conservadores al intentar moderar la opción de cambio liberal y ya no son una opción de consenso, porque ya no hay “Socialismo Real” que amedrente al capital para llevar a cabo una negociación.

Los vientos de la historia parece que soplan con la fuerza de Entreguerras, si la economía mundial no consigue salir del laberinto de la crisis en que se ha medito y socialdemócratas y democristianos no vuelven a sentar las bases de un proyecto político inclusivo para Europa, la siguiente legislatura será, como en los años 30, el momento del populismo y los radicalismos políticos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

El GOBIERNO ECONÓMICO Y EL RIESGO MORAL


Hace unos días Oli Rehn el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, un político finlandés del Partido de Centro, apremiaba a los dirigentes europeos para tomar drásticas medidas que evitasen la caída en la temida doble recesión. Lo sorprendente de las autoridades monetarias europeas y nacionales es que hacen estas advertencias como si ellos no estuvieran al frente de las principales instituciones financieras del mundo, como si los gobiernos no hubiesen tomado las medidas que ellos mismos habían recetado, como si el gobierno económico fuese algo ajeno a ellos y éstos fundamentasen un cambio radical con el pasado que nos sacase del marasmo en el que nos encontramos.

Esta sorpresa es mayor si tenemos en cuenta que estamos bajo los supuestos de una economía de libre mercado, cuyo principio central es la asunción del “riesgo moral”, es decir, que aquellos agentes económicos que se equivocaron en sus decisiones deberían haber sido depurados por el propio mercado. En esta categoría entrarían todos aquellos que generaron el problema de la burbuja inmobiliaria, los capitales de riesgos, las stocks options, las agencias de calificación que entraron en una flagrante incompatibilidad al convertirse en banca de inversión, las Hedge fund, etc. En resumen, todos los instrumentos financieros que inflaron el crecimiento de Occidente en base al crédito financiero y no al desarrollo de la “economía real” y que en el año 2007 empujaron a los estados a asumir los costes, generando a la larga un problema de deuda pública. Era, como dijeron algunos de sus representantes nacionales, el momento de establecer un paréntesis en el capitalismo (presidente de la CEOE).

En su gran mayoría, los que recomendaron el gasto público para compensar las pérdidas del sector privado son los mismos que tres años después, en 2010, se encuentran con que las principales economías de Europa y Estados Unidos tienen un problema de deuda pública. Consideran que es insostenible que economías como la irlandesa, griega, portuguesa, italiana, española, etc. se sitúen en unos déficits públicos de dos dígitos y en una deuda de tres. A continuación su recomendación son programas de recorte social que reduzcan el déficit, pero esto en unas economías donde no se ha reactivado el crédito privado sólo nos sitúa ante la expectativa de una nueva recesión. No hace falta ser un matemático para darse cuenta de que es imposible reducir nuestra deuda si nos hacemos más pobres y se contrae el volumen de nuestra economía, por tanto, a misma deuda su porcentaje será mayor. Una vez más las recomendaciones de estos agentes nos sitúan en una nueva recesión y, de nuevo, como si lo anterior no fuese con ellos, nos dicen que rápidamente tenemos que implementar reformas estructurales para no entrar en una recesión que han cocinado ellos.

Parece como si nuestra única opción fuese guiarnos en este laberinto económico por un enfermo de Alzehimer que, de nuevo, nos sitúa en otro callejón sin salida. Por tanto, sólo cabe preguntarnos: ¿a qué crisis nos dirigirán con las recetas para salir de la anterior? ¿Alguien me puede decir dónde está el techo financiero que te permite equivocarte una y otra vez y mantener intacta tu credibilidad? ¿Qué hace falta que pase para que nos demos cuenta de que la vuelta a la barra libre de crédito que sostuvo el crecimiento económico de las dos décadas anteriores es imposible? ¿Cuándo se creerán las elites económicas su credo liberal, renunciando voluntariamente a seguir gestionando erróneamente nuestro dinero? Cada vez más nos parecemos al régimen del PRI. Éste tomó el poder en México entre 1929 y el año 2000; desde que Miguel Alemán lo institucionalizó en 1940 se sucedían presidentes bajo dos mandatos (ocho años) y el nuevo candidato achacaba todos los males del país al antiguo, como si fueran miembros de diferentes partidos, dando así cierta sensación de renovación política. Pues lo mismo está pasando con nuestros agentes económicos aunque ahora ni tan siquiera se cambia de imagen, con la modificación del discurso es suficiente. Primero fue el problema de la burbuja inmobiliaria y me quedé al frente siendo banquero y constructor, luego fue el problema de la deuda y me quedé al frente siendo autoridad monetaria, luego será el problema de la crisis social y yo… seguiré al frente. Seguro que este es el poema que todas las noches Botín declama ante Paloma O’Shea… y mientras tanto Roma sigue ardiendo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

LA CRISIS DE GRECIA: ¿ES LA DEMOCRACIA UN VALOR EN SÍ MISMO O UN PRIVILEGIO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO?


En los últimos días parecía que los acuerdos entre Merkel y Sarkozy iban a dar una solución definitiva a la inestabilidad que, con mayor intensidad desde agosto, venía sacudiendo la zona euro y presagiaba para el resto del mundo la temible recesión en W, es decir, la vuelta a la situación de 2007 pero con toda la pérdida económica y social que había ocasionado la crisis de las hipotecas basura y la caída de Lehman Brothers.

Para que el sistema financiero no se derrumbase, dada la pésima gestión de los agentes privados del mercado, el Estado tuvo que asumir el coste. Esto hizo que aquellos países que ya arrastraban problemas volviesen a mostrar toda la debilidad del sistema, ya fuese por su excesiva deuda pública anterior (Grecia o Italia) o por una burbuja inmobiliaria demasiado hinchada y, por tanto, con un problema de excesiva deuda privada (Islandia, Irlanda y España).

La diferencia, para nosotros, es que el problema no venía del otro lado del Atlántico, sino de aquella Europa que en 2007 anunciaba a los cuatro vientos que iba a refundar el capitalismo. La gravedad de la deuda, pública o privada, se agravó ante unas instituciones económicas a medio hacer: el Banco Central Europeo sólo tiene como objetivo la contención de la inflación y no el estímulo del crecimiento como la Fed en Estados Unidos, además carece de los instrumentos de control y estímulo económico propios de un Estado, de ahí la lentitud de unas reformas que tienen que ser aprobadas por la compleja burocracia europea (han de ponerse de acuerdo 27 estados). Esta lentitud transformó un problema económico en otro político, hace un año que se tenía que haber llevado a cabo un impago ordenado de la deuda griega. Un país cuya deuda se ha disparado al 183% del PIB, su déficit supera el -15% anual y la tasa de crecimiento fruto de las políticas de ajuste es de un -5,2%, es un cadáver económico. A lo largo de la historia se han multiplicado este tipo de situaciones (Argentina, Turquía, Indonesia, México, Brasil etc.) y todas ellas han acabado del mismo modo, con una quita ordenada de la deuda. Es decir, al estar bajo una supuesta economía de libre mercado, si un país no puede devolver su deuda éste se tiene que poner de acuerdo con sus prestamistas. Si el primero quiere cobrar algo y el segundo quiere seguir recibiendo crédito, tienen que llegar a un acuerdo por el error de sus decisiones económicas, del primero por prestar a alguien insolvente y del segundo por endeudarse por encima de sus posibilidades. El acuerdo entre Merkel y Sarkozy de la semana anterior iba en la senda correcta, la de llevar a Grecia de una deuda pública del 183% al 116% de su PIB y, por tanto, permitir que sea capaz de crecer lo suficiente para poder devolver lo que queda de deuda. Pero llega con un año de retraso y las consecuencias son:

1. Poner al borde de la insolvencia a Italia y España, dos economías insalvables, ya que entre las dos suman 4 billones de dólares. Grecia con 232.000 millones parece una tragedia, así que, imagínense.

2. Llevar al mundo, de nuevo, al borde la recesión y trasladar la recuperación económica a finales de esta década, de momento.

3. Condenar al conjunto de las instituciones europeas al descrédito más absoluto, cuando el fut­uro pasa por Europa.

4. Llevar a un callejón sin salida a Papandreu, cuyo país no puede asumir una tercera ronda de recortes draconianos, y por tanto, sólo le ha quedado la salida de compartir la responsabilidad de los sacrificios, de ahí su convocatoria de referéndum.

Dicho referéndum sería la única expresión democrática posible en un mundo donde los mercados financieros han impuesto su férrea dictadura. ¿Alguien puede negar el derecho de los griegos a decidir su futuro? ¿No es acaso en Grecia, el espacio de la polis, de la ciudad-estado, donde surgió la democracia? ¿Alguien puede negar a un ciudadano el derecho a equivocarse con su voto? ¿Dónde estaría la libertad del individuo de la que tanto hablan los mercados y los neoliberales si negamos el derecho de los griegos a llevar a cabo su referéndum?

La democracia no puede ser moneda de cambio del crecimiento económico y el bienestar social. Hasta el momento se ha convertido en el mejor camino para alcanzar lo segundo, frente a sus alternativas; pero no demos la razón a Laureano López Rodó que llegó decir que la democracia en España era una cuestión del crecimiento de la renta per cápita. Estamos ante una cuestión de principios, por tanto, la defensa de la democracia, el derecho a decidir de los ciudadanos, debe de ser un tributo que nunca debemos estar dispuestos a pagar por un piso en propiedad, por el crédito de los mercados internacionales o por la recuperación de la prosperidad de los datos macroeconómicos… La soberanía de los ciudadanos, el sueño de una Europa unida o la libertad individual deben estar por encima de los mercados.

Pero también hago una advertencia: un no de los griegos a la salvación propuesta por el núcleo duro de Europa, arrastrará al resto de países del euro, como en un efecto dominó, al infierno de la quiebra: primero Italia, luego España, Bélgica, Irlanda, Francia… y la construcción europea que tanto costó saltará por los aires. No sabremos si echar la culpa a los griegos o a la miopía y lentitud de Merkel y Sarkozy, depende de preferencias políticas, pero esta es la gran paradoja de la democracia en un mundo globalizado: el referéndum de 11 millones de habitantes puede llevar al infierno a 500 millones de europeos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

LA PERSEVERANCIA DE LOS PREJUICIOS: EL LIBERALISMO


¿Qué otra cosa que no sea un prejuicio es lo que nos está llevando al abismo? Es decir, la reiteración en el error. Éste es la perseveración en la siguiente falacia, es decir, el hábito de emplear falsedades en el daño ajeno que, en el caso que nos ocupa sería la supuesta eficiencia de nuestra sociedad capitalista en la asignación de nuestros limitados recursos, como la economía ha puesto de manifiesto en los últimos años una y otra vez.

En las economías de todo el mundo el crecimiento se deteriora y se convierte en decadencia, el número de parados se dispara y el número de habitantes que caen en el abismo de la pobreza se multiplica. Además todo esto se sucede con un hundimiento del mundo empresarial y financiero; tarde o temprano las mayores empresas del mundo y los principales bancos, si seguimos en esta senda, acabarán también quebrando, ya que con la crisis y las prácticas de reducir los déficits las opciones de consumir sus productos se reducen. Los datos que producen vergüenza ajena se multiplican (si existiera inteligencia en otros mundos que observasen nuestra decadencia económica y moral). En España la tasa de paro alcanza el 20% y se acerca peligrosamente a los 5 millones, en Inglaterra en sólo dos años el número de niños que se sitúan bajo el nivel de pobreza ha aumentado en 600.000 hasta los 3,1 millones, en Estados Unidos toda la voluntad de políticas de estímulo económico no consiguen bajar la tasa de paro del 10% y alejar la posibilidad de una doble recesión, en Grecia todas las medidas de recorte auspiciadas por Europa y el FMI sólo consiguen hundir más su crecimiento económico y hacen impagable una deuda que pone en riesgo todo el sistema financiero internacional y… un largo etcétera.

Pero es que, además, los desequilibrios que originaron esta crisis continúan vigentes, nadie se atrevió a tomar medidas que los corrigiesen. Personalmente creo que no estamos en un debate sobre keynesianismo o política de la oferta; lo primero es necesario para aguantar lo mejor posible las pérdidas sociales y económicas de la crisis, pero sin reformas a largo plazo los recursos del Estado también se agotarán y el riesgo de que nuestras sociedades se caigan por el abismo de la impotencia, la inacción, los radicalismos, la ruptura de la estabilidad social y política, etc. se hace cada vez más cercana. Respecto de la segunda teoría económica me niego a discutirla, es la que impera hegemónicamente en las pautas de actuación económica de los mercados y los estados, siendo esto precisamente lo que está agudizando nuestra caída.

Estos desequilibrios a largo plazo se sitúan en una España que es incapaz de encontrar la senda del crecimiento sino es a través del “ladrillo”, es decir, todavía muchos agentes económicos y políticos del país sitúan la etapa de crecimiento que se vivió entre 1994 y 2007como un reflejo de bienestar. Esta fue la fase de crecimiento económico más larga de nuestra historia, pero pivotaba sobre sectores tan improductivos como el crédito fácil y la construcción de viviendas residenciales, además las circunstancias internacionales han cambiado respecto a la facilidad del crédito, ya no hay empresas públicas que vender y sanear fácilmente las cuentas públicas y, ya se sabe, segundas partes nunca fueron buenas y menos en economía. Lo mismo sucede a nivel internacional donde Asia, especialmente China, sigue acumulando ahorro y divisas internacionales y Estados Unidos sigue alimentando su crecimiento en base al doble déficit comercial y estatal, cuya suma se ha mantenido en estos cuatro años imperturbable entre el -15 y -20% anuales. Además las agencias de calificación, aquellas que deben decirnos cuál es la situación financiera real de empresas, bancos y estados para invertir nuestro dinero, siguen siendo juez y parte, es decir, siguen siendo también banca de inversión. Éstas han apostado por las caídas, por lo tanto, les interesa crear un ambiente de crisis, ya que si se produjera una recuperación volverían a perder crédito y clientes. Además los mercados internacionales siguen desregulados, por cada euro de economía real 40 son ficticias y no pagan impuestos, su origen puede ser el más inmoral de los negocios y el drenaje de recursos que generan sobre la economía productiva frena cualquier posibilidad de crecimiento económico productivo, social y sujeto a derecho.

Pero, claro, aquellos que detentan el poder en estas sociedades siguen beneficiándose de los errores y pérdidas de los demás; para unos pocos los beneficios del capitalismo no son falacias, sino jugosas realidades, como ha puesto de manifiesto la biografía de cualquier especulador popular de las últimas décadas como Soros, Buffet, Madoff o el recién entrevistado en la BBC, por cierto hasta los primeros sugieren la necesidad de regular el sistema.

Pero, ya se sabe, de nada sirven los datos y las evidencias, los prejuicios arraigan en nuestras mentes de tal modo que la realidad se deforma ante ellos para hacerla comprensible. La desregulación, la política monetarista, la globalización de los mercados, el crédito fácil, etc. son conceptos que seguimos asociando a riqueza, crecimiento, progreso social, aunque llevemos cuatro años caminando en la dirección contraria. Sólo espero que, con la aceleración de la historia, las mentalidades también crezcan más rápido que en el pasado y que el 20-N no se convierta en una vuelta a los desequilibrios de 1996. Que los nuevos gestores electos no vuelvan a liberalizar suelo como medida económica central de nuestras administraciones sería algo deseable, porque, no lo olviden, ni hay crédito internacional que financie esa aventura, ni el Estado puede ya sujetar las pérdidas billonarias que volvería a ocasionar y, por último, consideren la siguiente pregunta ¿De dónde creen que vienen los cinco millones de parados y la necesidad de que todos con nuestros impuestos refinanciemos nuestro sistema financiero y el Estado se quede sin recursos y con abultados défictis?

domingo, 29 de mayo de 2011

EL MOVIMIENTO 15-M Y LAS ELECCIONES MUNICIPALES Y AUTONÓMICAS DE 2011


En este último proceso electoral ha sucedido en España un acontecimiento que ha modificado el preestablecido, plácido y aburrido discurso de los análisis sociológicos y editoriales de periódicos algo, por cierto, cada vez más habitual en nuestras citas electorales.

El análisis que esperaba hacer el stablishment mediático de nuestro país era el siguiente:

1. El deterioro sostenido del PSOE desde que el 9 de mayo del año pasado la Unión Europea le asignase una “receta neoliberal” de salida a la crisis si no quería ver su economía intervenida, aunque al final, lo que se intervino fue el programa y discurso del PSOE, de ahí el rechazo ciudadano que ha suscitado en los últimos meses.

2. Frente a esta realidad se alzaba la victoria apabullante de la derecha, el modelo que se impuso en Europa al PSOE tenía su mejor representación nacional en las políticas que Esperanza Aguirre ha venido desarrollando en Madrid, el PP era capaz de ganar unas elecciones con un candidato que no inspira confianza, que tiene como proclama la inacción. Es curioso cómo el partido que representa la eficacia, competitividad y flexibilidad del neoliberalismo sitúa como cartel electoral a un individuo rodeado de alcanfor, esclerosis y pasotismo, adjetivos que pueden resultar ofensivos y me disculpo de antemano, aunque estoy seguro que el aludido no hará nada para restablecer su honor. Un partido que se había atrevido, incluso, a situar al frente de gobiernos autonómicos a perfectos ejemplos de lo que no tiene que ser el servicio público, que han deshonrado el buen nombre de la política y que actúan como los viejos caciques que utilizaban los resortes del poder político para expoliar a sus semejantes.

3. Por último, estaban los partidos al margen del bipartidismo: los nacionalistas, IU, UPyD, etc. Partidos que, en conjunto, van perdiendo cada vez mayor protagonismo político por una ley electoral que les obliga a actuar en los márgenes del sistema. Este modelo se pactó en la Transición con el consenso de todas las fuerzas políticas pero, en una situación como la actual, se muestra inoperante al no dar cauce político al descontento social que se vive, con lo que corremos el riesgo de situar en los márgenes del sistema, no a partidos políticos minoritarios, sino a amplias capas de la sociedad que, cada vez más, se sienten menos representadas.

Esta foto fija de la situación política española que parecía algo inamovible de cara a las elecciones generales, hoy, gracias al Movimiento 15 – M, no lo parece tanto. La derrota electoral del PSOE no es tanto la de un solo partido político, sino la de un modelo de representación que no es capaz de dar cabida a las exigencias de una ciudadanía que, cada día, constata como se siente atrapada en sus aspiraciones individuales por unos mercados financieros globales que actúan como monarcas absolutos capaces de vaciar el sentido de la democracia. ¿Qué sentido tienen las elecciones cuando las decisiones fundamentales de los gobiernos están sujetas a los dictados de unas organizaciones privadas que sólo representan a sus intereses? Esta pregunta ha golpeado las calles de España que se llenó con ciudadanos rebelándose contra aquellos que pretenden construirnos un destino acomodado a sus intereses y ajeno a nuestras ilusiones. Decía John Kenneth Galbraith que vivimos en la sociedad de la opulencia y, es cierto que, al menos en Occidente, esta crisis se produjo bajo esos parámetros y, por eso, las revueltas de hoy, quizá, tienen su significado en el hecho de que se produzcan y, con el tiempo, recuperen la práctica de la “movilización social”, un hecho histórico éste esencial en la construcción de unas sociedades más justas y equilibradas.

En el próximo año la crisis económica puede seguir golpeando a unas sociedades que huyen hacia delante, sin analizar sus problemas, en una búsqueda desesperada de la vuelta a un pasado lleno de crédito fácil que nos sumía en una borrachera consumista que nos ha situado donde estamos, en la desorientación más absoluta. Por tanto, hacer predicciones del futuro se nos antoja imposible. A pesar de ello lanzo las siguientes advertencias a los cuatro actores protagonistas de nuestro espacio político:

1. El PP no debería mostrarse prepotente cuando, aunque es cierto que ha ganado todo el poder autonómico y municipal, sólo ha conseguido 450.000 votos más frente a una caída de más 1,7 millones de votos del PSOE, en términos porcentuales sólo ha subido 1,91 punto y se sitúa muy lejos de la mayoría absoluta. Además no debemos olvidar que es su modelo económico el que está en crisis, sus políticas neoliberales fueron las que situaron al ladrillo y el crédito bancario como pilares de barro de nuestra economía y, además, no parece que tenga una propuesta alternativa. Es triste para un partido político que no podamos contar entre las causas de su ascenso ningún acierto o mérito propio.

2. El PSOE no sólo tiene que cambiar de líder, sino también de discurso y forma de actuación. Ya no puede seguir sujetándose en el pasado y las reformas en derechos civiles cuando en política económica practica unas recetas que difieren muy poco de las de su principal rival. No puede haber cargado todo el coste de la crisis sobre las clases medias y bajas, dejando libre de cargas a aquellos que la provocaron, y no explicar por qué lo ha hecho. No puede seguir reivindicándose como un partido social, cuando realiza duros recortes sociales. Es un partido que se encuentra en una permanente contradicción, una contradicción que se hace cada vez más visible entre los votantes, como han demostrado los resultados electorales últimos. También es triste para un partido político que su única baza electoral sea el miedo, aunque sea real, a la incompetencia, deslealtad y actitud populista y antisistema del PP.

3. Respecto a los partidos que se encuentran en los márgenes del sistema creo que también es poco loable que sitúen como única arma electoral el que el sistema no es justo en el reparto de poder. ¿Es que acaso no confían en que su proyecto sea alguna vez mayoritario? ¿No confían en la ciudadanía o en ellos mismos? Esta es una pregunta que tienen que resolver. Como también la necesidad de hacer presente en los ciudadanos un proyecto de transformación social que dé cabida a amplios sectores sociales y que mire con confianza hacia el futuro. ¿Qué alternativa representan estos movimientos a nivel económico, social, etc.? ¿Son sólo una versión más ética de la vieja socialdemocracia? ¿Qué supondrá en el nivel de vida de los ciudadanos una economía sostenible? ¿Puede España iniciar estas “revoluciones” de un modo aislado en el mundo? Unas preguntas que no han tenido respuestas eficientes porque, a mi entender, también IU, los nacionalistas e, incluso, UPyD han tenido unos resultados mediocres, y tampoco ellos han conseguido encauzar el descontento del PSOE. Unos partidos que, ni en el mejor de los escenarios para sus aspiraciones las consiguen satisfacer y, advierto, no se puede echar la culpa a unos ciudadanos que… en último término son para quien se gobierna y son los mismos que les tienen que dar la confianza en siguientes procesos electorales.

4. Por último, el Movimiento 15 – M, un movimiento que llenó de aire fresco el apolillado sistema político español, pero que, también, se encuentra en una encrucijada. Personalmente creo que sería un error continuar indefinidamente en los campamentos de la indignación. No se puede quemar lo que ha conseguido este movimiento, debe ser cultivado porque en el futuro será necesario volver a mostrarlo. Mucha gente se ha acercado a un movimiento de protesta callejera porque se siente defraudado por un sistema que lo deja de lado, pero tampoco está dispuesta a paralizar su vida privada durante meses por un movimiento que muestra su indignación pero que es incapaz de transformar esta queja en un cambio real sobre el sistema político o económico. Esta contradicción es la que tiene que resolver en los próximos días y creo que la guía de reflexión debería de pasar por:

A) No quemar lo que se ha conseguido.

B) Encontrar cauces de representación más eficaces que transformen las protestas en mecanismos efectivos de presión sobre el sistema político y económico.

C) Resolver la siguiente contradicción: la política se ha desacreditado porque está sometida a las directrices de los agentes económicos y no de los ciudadanos. ¿Cómo es posible que los ciudadanos se impongan a los poderes económicos a través de los medios políticos si estos se debilitan cada vez más? Es decir, movimientos como el 15-M y las filtraciones de wikileaks ponen de manifiesto un poder económico que presiona y chantajea al poder político, sin embargo, el único cuestionado es el poder político, de ahí una debilidad que cada vez es mayor frente a los poderes económicos. ¿Alguien conoce el nombre de algún empresario que haya pagado los trajes de Camps?

Para terminar, como frase final, y que podía servir de epígono de todos y cada uno de los actores de la política española, mencionaré lo siguiente: no olvidemos que la política es sólo una medio, no el fin, para conseguir una mejora en la calidad de vida de las personas.

domingo, 15 de mayo de 2011

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA: CIENCIA Y RELIGIÓN


El 16 de febrero de 1616 el Santo Oficio convoca a Galileo Galilei y sus tesis sobre el movimiento de la tierra alrededor del Sol y sobre si misma, así como sobre la existencia de manchas solares que escandalizaban a la Iglesia, ya que mostraban la corruptibilidad del cielo. Su teoría será condenada como insensanta, absurda para la filosofía y formalmente herética. En la semana siguiente el papa Pablo V y la Inquisición ratifican la condena. La respuesta la dará Galileo en 1632 cuando publica su Diálogo sobre los principales sistemas del mundo, en los que defiende claramente las teorías copernicanas frente al geocentrismo de Ptolomeo. Así el 21 de junio de 1633 la iglesia católica le condena a abjurar de sus ideas y a un arresto domiciliario hasta su muerte; al día siguiente niega sus teorías en una iglesia romana y se crea el mito de una ciencia que a pesar de retractarse para salvar su vida mantiene la verdad: a pesar de todo se mueve, murmuró Galileo.

En 1992, después de 359 años, la iglesia pide perdón a Galileo y reconoce el acierto de sus teorías. Este perdón se produce por las conclusiones que debía dirimir la controversia Ptolomeo – Copérnico por mandato del papa Juan Pablo II y que inició sus trabajos en 1979.

Todo lo expuesto anteriormente parece un relato de ciencia – ficción, pero es la verdad de los hechos históricos. Una iglesia que desea mantener inamovible la visión del mundo tal y como ella la heredó de la Tardoantigüedad. La pregunta es ¿Por qué la iglesia mantiene estas discusiones tan improductivas? ¿Por qué tantas energías en mantener el velo de la ignorancia sobre cuestiones fundamentales que explican el funcionamiento del Universo, la naturaleza humana o los secretos de la vida? La respuesta es sencilla porque las iglesias son instituciones de consuelo y de poder, conceptos ambos de que están relacionados, dan consuelo a millones de seres humanos en aquellos trances que más angustia les producen, por su oscuridad: el milagro de la vida, la muerte, etc. Pero este consuelo no es gratuito, a cambio los guardianes del mismo, la jerarquía eclesiástica, recibe un gran poder por parte de los humanos consolados: riquezas materiales, espirituales, legitimidad moral dentro de la sociedad, poder político, autoridad… todos ellos sinónimo de Iglesia.

Su rival, por tanto, la Ciencia. Ésta ya ha desvelado, en parte, la oscuridad del Cielo, ya nos podemos hacer una idea de él y no aparecen ni ángeles ni demonios, ni tantos otros personajes del Antiguo y Nuevo Testamento… En los siglos siguientes a la condena de Galileo tanto la ciencia como la Iglesia se han ido acomodando a la nueva situación, pero, de nuevo, en el siglo XX aparece otro campo de fricción: la biotecnología. El conflicto se concentra en la investigación con células madre embrionarias humanas cuyo primer cultivo de laboratorio lo realiza la Universidad de Wisconsin en 1998. A partir de ese momento se encendió un debate, de nuevo, entre Iglesia y religión sobre si es lícito o no investigar con estos materiales. Estas células forman parte de la masa celular interna, todavía no diferenciado, de un embrión de 4 o 5 días, y a partir de ellas se pueden obtener diferentes tipos de tejido. La clonación de células madre ha permitido salvar la vida a cientos de niños que han nacido con enfermedades terminales, y está abriendo posibilidades de curación en campos como el cáncer, el parkinson, la esclerosis múltiple, etc. Por tanto, la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Está Dios en contra de la curación de seres humanos que él ha situado en el mundo? ¿Por qué Dios no es compasivo con ellos? ¿Puede dar la Iglesia una respuesta a estas preguntas? ¿Qué haría un católico con un hijo recién nacido que puede salvar su vida con células madre clonadas?

En el fondo estas preguntas se mantienen abiertas sólo porque la institución eclesiástica no quiere perder otro ámbito de poder, el del nacimiento. También aquí parece que la Ciencia está poniendo luz sobre algo que se mantenía en la oscuridad del pensamiento religioso, algo que angustiaba al ser humano y que daba poder a aquellos explicaban el por qué del nacimiento de un ser humano y que aseguraban que su vida, a partir de este momento, tendría sentido… Aunque pasen, de nuevo, 359 años el futuro creo que está más del lado de la Ciencia que del de la religión y aquella, como se hizo dueña de los cielos, se hará también dueña del nacimiento. Esto es algo que, personalmente, no me preocupa, es más, espero que algún día la Ciencia también haga dueña de la muerte… pero entonces los seres humanos: ¿necesitarán consuelo?

sábado, 7 de mayo de 2011

OSAMA BIN LADEN, OBAMA Y EL DERECHO INTERNACIONAL

Firma del 3º Convenio de Ginebra (1949)


La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue aprobada el 10 de diciembre de 1948 en París y firmada por Estados Unidos. En su artículo 3 establece: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona; en el 11.1: Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa. Pero es que además, Estados Unidos también ha firmado las diferentes Convenciones de Ginebra sobre el trato que hay que dar a los prisioneros de guerra, en concreto cabe destacar, el III Convenio de Ginebra de 12 de agosto de 1949 relativo al trato que deben recibir los prisioneros de guerra. En el artículo 13 de este convenio se establece: los prisioneros de guerra deben ser tratados humanamente en todas las circunstancias… será considerado una infracción grave de este convenio… todo acto ilícito u omisión ilícita… que comporte la muerte o ponga en grave peligro la vida de un prisionero de guerra.

La firma de estos convenios internacionales, promovidos en su día por Estados Unidos, no admite excepciones y son la base del derecho internacional en caso de guerra o paz. Desde que se inició la administración Bush (2001 – 2009) el derecho internacional saltó por los aires. La conciencia de que Estados Unidos era la única superpotencia del mundo, con capacidad de acción militar en todo el planeta tras el hundimiento de la Unión Soviética, se hizo evidente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Estos atentados fueron la coartada idónea que la administración republicana necesitaba para poner en marcha todo su programa neoconservador. Éste incluía no aceptar las limitaciones de un derecho internacional que había servido para cuestionar las decisiones del contrario durante la Guerra Fría, pero que, actualmente, tan sólo limitaba las posibilidades de actuación del aparato militar norteamericano. Así, el 20 de marzo del año 2003 Estados Unidos, desoyendo la resolución 1441 de la ONU sobre la inexistencia de armas de destrucción masiva en Iraq, comenzó las hostilidades sobre este país. El Pentágono atacó unilateralmente con sus aliados, en un acto de fuerza que no presentaba ninguna base legal sobre la que apoyarse, excepto la fuerza de los hechos.

Pero Afganistán era diferente, el régimen talibán había apoyado a Al Qaeda en su ataque terrorista a las Torres Gemelas, por tanto, esto podía ser considerado un acto de guerra de un país contra otro. Aquí si que se activó la diplomacia internacional de un modo efectivo. Esta guerra se emprendió el 7 de octubre de 2001, amparándose en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas que invoca el derecho a la legítima defensa, incluso han participado países musulmanes como los Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Bosnia, Azerbaiyán y Turquía.

En las elecciones del 4 de noviembre de 2008 los demócratas vuelven al poder, siendo elegido Barack Obama. Parecía que las cosas iban a cambiar, en su programa electoral hablaba de que Estados Unidos retornase al derecho internacional y de cerrar Guantánamo. Esta prisión, que se situaba en el limbo jurídico, hoy sabemos que ha mantenido bajo tortura a sospechosos sin ninguna prueba evidente, que entre éstos se encontraban menores de edad y discapacitados, además de continuar, todavía, en prisión 172 personas. Pues bien, tras situarnos en mitad de la legislatura, no sólo no ha cerrado Guantánamo, sino que con el asesinato de Osama Bin Laden sitúa, de nuevo, a Estados Unidos al margen del derecho internacional, actuando sólo en clave interna y por la fuerza de los hechos. Tras este asesinato Afganistán se sitúa peligrosamente cerca de Iraq.

Es cierto que los electores le dieron la espalda y han dado una mayoría republicana al Congreso, también lo es que Estados Unidos necesita una coartada para salir de un país que, tras diez años de guerra, es incapaz de controlar. Pero eso no justifica que a Osama Bin Laden, aunque fuese el peor enemigo del mundo, no haya sido tratado bajo la dignidad que la Convención de Ginebra establece para los prisioneros de guerra. No olvidemos que hasta los jerarcas nazis creadores del Holocausto judío fueron juzgados en juicio justo por los Tribunales de Nuremberg, promovidos por el mismo país que hoy se olvida de la legitimidad que otorga el derecho a nuestros actos, tanto domésticos como internacionales.

Sólo un último recordatorio a Estados Unidos, estamos caminando hacia un mundo multipolar, donde este país tendrá que compartir su dominio frente a potencias como China, Rusia, Brasil, etc., alguna de ellas con escasa tradición en el respeto a los derechos humanos y la legalidad internacional. Por tanto, en un futuro, que ya no parece muy lejano, todas estas decisiones de Estados Unidos y Occidente se volverán sobre nosotros, como cuando el tonto escupe hacia arriba y sonríe esperando la sustancia que le devolverá el viento.

domingo, 1 de mayo de 2011

1º DE MAYO


El 1º de mayo tiene el significado de reivindicación y de orgullo de pertenecer a la clase trabajadora. Esta celebración se inició en París en 1889, tras el restablecimiento de la Internacional Socialista, la de los partidos socialdemócratas europeos, en el año en que las potencias imperialista (Francia e Inglaterra) mostraban al mundo los logros exultantes del imperialismo y la revolución industrial.

Se tomó como fecha conmemorativa el homenaje a los mártires de Chicago, una huelga anarquista que reivindicaba, en 1886, la jornada laboral de las ocho horas diarias. Se tomó esta fecha en un guiño a los trabajadores del otro lado del Atlántico, acentuando así el carácter internacional de la lucha obrera, y porque la división entre anarquistas y socialistas había destrozado la I Internacional (1864 – 1876). Desde entonces, excepto en Estados Unidos, el 1º de mayo se celebra para conmemorar el orgullo de pertenecer a una clase, la de los trabajadores, cuyas reivindicaciones están en la base del bienestar social que se disfruta, o disfrutaba, en Occidente antes de la crisis. Entre sus logros se pueden contar el disfrutar de unas condiciones de trabajo más aceptables, una sanidad, educación, seguridad social públicas. Además, estas conquistas no han sido nada corporativas, algo de lo que se viene acusando a los sindicatos con frecuencia, ya que también presionaron para que se extendiera a otros colectivos y se universalizaran, siendo, por tanto, una gran mayoría de población la que se ha beneficiado de estos logros, mientras que ha sido una minoría la que se ha visto beneficiada por los éxitos del neoliberalismo.

Ciento veintidós años después de esta celebración y tras un gran número de batallas ganadas por los movimientos sociales, que emergen del seno de la clase trabajadora, como éstas: laextensión de la democracia, ampliación de las políticas sociales y del estado del bienestar, incorporación de los partidos socialdemócratas a diferentes gobiernos, incorporación a la agenda política de nuevos temas como los derechos de la mujer, de los homosexuales, inmigrantes y otras minorías, políticas medioambientales, etc, sin embargo, la sensación es de derrota, los trabajadores parecen resignados a los contratos de mileuristas o inferiores, a la rotación esquizofrénica en los puestos de trabajo, a la pérdida de seguridad en sus vidas, a recortar sus derechos sociales básicos para pagar una crisis provocada por otros, etc. Incluso, resignados a una derrota moral, algo que nunca había ocurrido, los trabajadores parece que contemplamos los logros de las democracias sociales como un paréntesis del pasado y nos resignamos a vivir bajo la hostilidad de un darwinismo social que exalta a los depredadores financieros y evita la evolución de las especies que necesitan de la manada para sobrevivir.

Es cierto que el respaldo de un futuro mejor que prometía el marxismo y la amenaza de los cazadores soviéticos sobre el depredador neoliberal ya no existen. Que tenemos que aprender a caminar sin las seguridades que nos proporcionaban estos elementos, que tenemos que aprender a sobrellevar nuestros errores. El liberalismo hace gala de su imperfección planteándose su mediocre realidad como la única posible, algo que también deberíamos hacer nosotros: sin una política económica más justa, hasta el futuro del propio capitalismo está en riesgo y, no digamos, el crecimiento económico, así como el desarrollo sostenible de unas sociedades con recursos medioambientales más que limitados.

Por eso deberíamos salir reivindicando un cambio en nuestras políticas económicas y sociales. No se está construyendo más empleo cuando se precariza y flexibiliza el mercado laboral, es más, se está reduciendo el consumo y destruyendo más puestos de trabajo. ¿Es qué alguien cree posible mantener los niveles económicos de nuestro país reduciendo los sueldos a la mitad en los últimos veinte años? ¿Quién va a consumir lo que producen las empresas? ¿Cómo va a pagar su deuda España en los próximos años si está negando las posibilidades de crecimiento futuro? ¿Es que alguien se cree actualmente que Alemania está interesada en un crecimiento armónico de la Unión Europea? No lo olvidemos América Latina y Asia empezaron a crecer cuando dejaron de hacer caso a las políticas del FMI y el Banco Mundial, cuando el Consenso Wasghinton dejó de ser seguido por países como Brasil, Argentina o Malasia. Es curioso que ningún economista explique la contradicción de que dentro de una economía global de carácter neoliberal sea China, el país más intervenido por el Estado, aquel que más crecimiento está demostrando, aquel que no hace caso a ningún economista y no permite que su moneda fluctúe libremente en los mercados… ¿Alguien me puede explicar esta contradicción?

Tampoco se me puede explicar aquella de una sociedad como la de Europa que presenta una deslegitimación de los sindicatos, que representan a una mayoría, y una legitimación de las elites financieras, que representan a una minoría. Así, se eligen gobiernos, tanto conservadores como socialdemócratas, que implementan políticas de salida de la crisis que van en perjuicio de la mayoría que les vota. ¿Cómo han conseguido las grandes democracias ser controladas por la oligarquía del capitalismo financiero internacional? ¿Es que alguna vez creeremos que vamos a formar parte de ellos? ¿Es que la gran mayoría de la población cree que algún día va a ser rica y que ya no se deben hacer políticas para la clase media y baja de la sociedad?

Es cierto que hoy ha sido un día de desánimo, una celebración frustrada en el 1º de mayo, parecemos no sólo resignados a todas las vejaciones y recortes que hemos sufrido por parte del Capital, sino que también parece que estamos dispuestos a poner la otra mejilla para los siguientes que vengan. Aunque no debemos olvidar que, si queremos, esto lo podemos cambiar. Somos una mayoría los trabajadores y trabajadoras de este país, una mayoría que puede paralizar el país con sus movilizaciones, cambiar gobiernos, hacer temblar a grandes empresas con una campaña contra el consumo de sus productos. Sólo nos tenemos que hacer oír colectivamente, mostrar nuestro descontento y nuestras ganas de hacer presión, por los medios que sea. Recordad que lo que estamos perdiendo fue fruto de trabajadores como nosotros, no eran mejores que nosotros, sólo estaban más dispuestos a luchar colectivamente. Por eso este 1º de mayo debería servir para recordar la fuerza que tenemos y…, tal vez, lo poco que la usamos.

sábado, 16 de abril de 2011

¿POR QUÉ NECESITAMOS A TELEFÓNICA?



La edad contemporánea ha llenado de un extraño orgullo a los occidentales, sobre todo a partir del desarrollo del capitalismo global desde la década de los 70, cuando se empezó a gestar el modelo económico conocido como globalización. Desde entonces parece que la riqueza de las naciones ya no se mide en relación a su fortaleza militar, a los territorios conquistados o fetiches por el estilo; ni siquiera parece que se mida en relación al volumen de su PIB, renta per capita o bienestar de sus ciudadanos. Lo realmente importante, lo que parece dar lustre a nuestras naciones por encima de cualquier otra contingencia, son las multinacionales y su volumen de contratación en nuestras bolsas. Este hecho es el que parece que, actualmente, da más influencia geopolítica a una nación. Delante del nombre de Estados Unidos se sitúan los de Coca–cola, Ford, McDonalds, Marlboro; del de Japón, Mitshubisi, Sony o Toyota; y de Alemania Mercedes, Wolkswagen, Bayer, Thyssen, etc.

En estas nuevas relaciones de poder capitalistas España no parece sentirse cómoda, como ya sucediera en el pasado. Entre 1503 y 1643, es decir, entre la batalla de Ceriñola en Italia y la de Rocroi en Francia, la estrategia militar de los viejos tercios castellanos no perdió una batalla en campo europeo, el Imperio Español fue el más extenso de los que se conocieron en el mundo hasta el siglo XVI y nuestra capacidad “misionera” mantuvo al catolicismo como principal rama del cristianismo, pese a las reformas protestantes que llegaban del norte de Europa. En resumen, éramos buenos en la guerra, la expansión territorial, la exploración geográfica y la conversión de almas, pero…también en el siglo XVI, en palabras de Inmanuel Wallernstain, gracias a los descubrimientos de españoles y portugueses se creó el primer modelo mundial capitalista, y éste situó a España en la periferia, como mera intermediara del oro y plata americanos que alimentaban la incipiente industria italiana, flamenca e inglesa. Es decir, el primer modelo del capitalismo dejó a España en la decadencia por su incapacidad para hacer una asignación productiva de los recursos que “Dios” había puesto en sus manos; se dedicó al gasto militar y suntuario, un derroche que iba en contra de cualquier ética protestante.

En la actualidad el turismo, las remesas de la emigración, las multinacionales extranjeras, la entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986 y, por qué no decirlo, la creación de un Estado fuerte según el modelo europeo, que creó ciertos monopolios públicos, han generado de nuevo cierta capitalización del país. Aunque de nuevo, como entonces, España se mostró como “un gigante con pies de barro”. Situación ésta que puede ser explicada a través del ejemplo de nuestra primera multinacional de servicios, Telefónica.

La Dictadura de Primo de Rivera recibió en 1924 la concesión de la patente de telefonía para el territorio español de la multinacional norteamericana ITT. Ésta operaba en situación de monopolio en el mercado español, pero no fue nacionalizada hasta 1945 durante la dictadura franquista. A partir de entonces Telefónica se mostraría como una empresa solvente, con 2450 millones de dólares de beneficios cuando inició su privatización en dos ofertas públicas de acciones en 1995 y 1999. No sólo fue solvente en el ámbito económico, sino que también ejerció de un modo eficaz su vocación de servicio público, al asumir el coste de llevar instalaciones de telefonía fija a cualquier rincón de nuestro país, sin dejar incomunicado a ningún español en caso de emergencia sanitaria o cualquier otra circunstancia. Como elemento final creo, dada la situación actual, que es destacable el que lo hiciera dando empleo fijo, estable y bien remunerado a 75.000 trabajadores en nuestro país.

El párrafo anterior, sin embargo, es historia pasada, el gobierno de José María Aznar y el Partido Popular (1996–2004) privatizaron las grandes empresas de servicios públicos, siendo éstas y no empresas que surgen del sector privado, tecnológico o industrial la imagen de las multinacionales españolas. En aquella época empresas como Telefónica, Endesa, Repsol, etc., parecía que eran las que nos situaban a la cabeza de la economía mundial, como octava potencia industrial del mundo.

Es cierto que los éxitos de Telefónica como multinacional son incontestables, sus ingresos se han situado en 60.737 millones de dólares (+7,1%), los beneficios alcanzan los 10.167 millones de dólares (+30.8%), es la quinta multinacional del sector de las comunicaciones con una amplia presencia en América Latina y en Europa. Pero la pregunta que yo me hago es: ¿qué beneficios reporta a nuestro país?

El primero podría ser el de situar bajo nuestra influencia geopolítica, de nuevo, el área económica de América Latina, aunque dado el escaso volumen de negocio de nuestro mercado interior, inferior ya en la actualidad y, más en perspectiva futura, a países como México o Brasil, parece que nuestras multinacionales sólo conservan de España su origen y consejo de administración. El principal país donde Telefónica va a invertir en los próximos años es Brasil, en torno a 10.400 millones de dólares. Esto no debería extrañarnos si tenemos en cuenta que el 43% de sus ingresos y el 59% de sus beneficios los obtiene de América Latina y que, además, es en esta región donde centra sus expectativas de crecimiento futuro. Esto quiere decir que Telefónica no puede ser ya un instrumento para extender la influencia geopolítica de España en América Latina, ya que esta multinacional estará más interesada en la buena marcha de las economías de esta región que en la del país que la fundó.

En segundo lugar, su privatización tampoco ha mejorado la calidad del servicio público de las telecomunicaciones. Por un lado, se han creado nuevos servicios dentro del campo de las telecomunicaciones (Internet, telefonía móvil, etc.) que, tras la privatización de Telefónica, no tienen por qué llegar preceptivamente a todos los puntos de nuestra geografía, marginando el desarrollo económico futuro de amplias regiones rurales de nuestro país, donde una empresa privada no va a ofertar un servicio cuyo coste de instalación no será amortizado por el escaso número de usuarios. Por otro lado, ahí donde más eficiente se debería haber mostrado la privatización, es decir, en la mejora de la competencia entre empresas para un servicio de mayor calidad, tampoco podemos hablar de triunfo en el caso de Telefónica, ya que dentro de la Unión Europea somos los españoles los que más pagamos por un peor servicio de Internet y en el campo de la telefonía móvil no hay una gran eficiencia en precios, servicio al cliente, etc., ya que éste es el sector empresarial que más denuncias recibe de sus consumidores, según la OCU. Todo ello reviste mayor gravedad si tenemos en cuenta que la banda ancha espera ser desarrollada a partir de subvenciones de la Unión Europea y que, esto que computará como ingresos para antiguos monopolios públicos como Telefónica, lo hacía como gastos cuando esta era una empresa pública.

Cerrábamos el párrafo del éxito de Telefónica antes de su privatización recordando que además daba trabajo estable y bien remunerado a 75.000 españoles, sin dejar de dar beneficios. Esta semana nos hemos levantado con la noticia de una empresa que, al tiempo que reparte dividendos entre sus accionistas por valor de 6.900 millones de euros y “regala” 450 millones de euros a sus 1.900 directivos, anuncia el despido en España del 20% de su plantilla en los próximos años, un total de 5.600 trabajadores, que se suman a los 47.000 empleos recortados desde 1995.

En resumen, nos sentimos orgullosos, como lo hicimos en el siglo XVI del oro y la plata americanos, de unas multinacionales de servicios que poco o nada de valor añadido ofrecen a nuestra economía. Hoy estamos seguros que el oro y la plata beneficiaron a industriales y banqueros genoveses y flamencos y arruinaron nuestra incipiente economía productiva. Me gustaría que alguien fuese capaz de argumentarme en qué beneficia a nuestra economía contar con una multinacional como Telefónica, yo creo que… en nada.

viernes, 8 de abril de 2011

LAS REDES SOCIALES Y LA EDUCACIÓN


Decía el escritor americano Alvin Toffler en su obra Las guerras del futuro (Plaza & Janes: 1994) que la crueldad de éstas aumentaba progresivamente según avanzaba una tecnología que despersonalizaba el hecho de matar. Esto me ha llevado a reflexionar, junto con compañeros de trabajo, de las consecuencias negativas de unas redes sociales que han “globalizado” las amistades y las relaciones sociales, con el riesgo de despersonalizar y banalizar un hecho tan importante como la amistad y, tal vez, volvernos un poco más adolescentes al sentirnos, de nuevo, inseguros ante la necesidad de construir una imagen para los demás, cuya escasa privacidad, nos hace más vulnerables.

Como ilustración de estas ideas y de un posible debate presento en mi blog un extraordinario relato literario construido por el profesor de Geografía e Historia Gonzalo Delgado Ortiz. Espero que, como a mí, les guste y les haga pensar.

Hacía ya un buen rato que había olvidado el propósito con el que encendí el ordenador. Mis buenos deseos de utilizar la red para consultar efemérides históricas o la búsqueda de pensamientos irreverentes en páginas antisistema con las que ayudarme a dar forma a mi negativa concepción del mundo habían sucumbido definitívamente ante un deambular inútil entre contenidos de baja exigencia intelectual. Reivindico mi derecho a la pereza, y pierdo toda esperanza de que el ordenador me de claves para redimir el mundo. Decido introducirme en una conocida red social a ver si tengo algún mensaje que ilumine mi mañana o ¿es ya por la tarde?

La página de inicio es un caleidoscopio de la mediocridad: frases insulsas de amigos que buscan aliviar su soledad, exhibicionismo digitalizado en JPG, enlaces que buscan el chiste fácil... Contenidos que agijonean mi conciencia mostrándome hasta que punto estoy derrochando este bien escaso que es el tiempo.

“Tiene una solicitud de amistad”, leo en una esquina de la pantalla y me interrogo sin demasiado entusiasmo por quién querrá hacerme testigo de sus fotos de familia, de sus ocurrencias y de sus insulsos días de pesca. Leo: “ agrégame, ‘Rebollo’”. Casi he perdido la cuenta del tiempo pasado desde que alguien me llamaba así. Leo el nombre de mi ‘amigo’ el gilipollas del ‘rata’, alguien a quien no soportaba durante mis años en el instituto, los años en que el ‘rata’ y sus acólitos me dedicaban ese nombre de dudoso origen para indicarme el lugar que me correspondía por haberme incorporado más tarde que los demás. La sola mención de ese nombre me saca de mi tranquilidad, me asaltan recuerdos de situaciones a las que durante años no había dedicado ni un solo pensamiento. Me recuerdo rojo delante de Don Benito para no delatar la gamberrada de mis compañeros. Me recuerdo sumergiéndome en la mediocridad para no despertar los instintos homogeneizadores del ‘rata’ y los suyos en forma de colleja. Me recuerdo superando los clásicos rituales iniciáticos a la masculineidad para sentirme parte de esa comunidad de mastuerzos que formábamos. Me acuerdo incluso de aceptar ese mote hiriente que nunca supe porque me cayó encima como nombre de guerra.

Hacía mucho, mucho tiempo, que nadie me llamaba así. El tiempo y el desarrollo de la personalidad me habían hecho alejarme de aquellos que buscaban encorsetar los comportamientos de los demás en normas que no dejaran entre ver su escasa capacidad. Hacía tiempo que no sentía esa antígua ansiedad.

Decido abrir su muro, ahí está, con sus mismos ojos de bobo, con dos hijos a su lado que repiten su mirada bovina. Se le ve feliz al menda, atiborrándose de cerveza en la playa, en las chuletadas familiares acompañado de la cabeza teñida de rubio de bote de mujer. Ninguna de sus 867 fotos agrupadas en 23 álbumes me despierta el mas mínimo interés.

Poco a poco me voy recuperando del susto y dejo de ser el adolescente desvalido en el que me ha convertido la mención de aquel antiguo apodo. Supero definitívamente ( por ahora) el miedo a las collejas y la necesidad de aceptación, y conjeturo sobre el ‘rata’; seguro que su vida es una mierda, seguro que su mujer no le aguanta, seguro que tiene poco sexo. Me lo imagino viendo al Madrid como la única diversión de los domingos. Me lo imagino diciendo que todas las tías son iguales, me lo imagino votante de derechas.

No me lo pienso y decido aceptar su solicitud de amistad. ¡Qué se joda!

lunes, 7 de marzo de 2011

ESPAÑA Y LA CRISIS: "DÍAS DE VINO Y ROSAS"


La parálisis de la sociedad española y, por extensión, de la europea se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas con más crudeza que nunca. Si en el Magreb los acontecimientos destilan futuro, juventud, libertad… etc., en España el debate público destila alcanfor, pantuflas y música disco. ¿Cómo es posible que con la que está cayendo …

1. … nadie cuestione al Gobernador del Banco de España, que falló a la hora de regular el sistema financiero y situó su mirada sobre el agujero inmobiliario de las cajas de ahorro y los bancos españoles cuando ya todos estamos al tanto del problema? ¿Cómo es posible que un simple trabajador sea más responsable en sus actividades profesionales que un hombre que gana 275.000 euros anuales? Esto es extensible a todo el mundo empresarial y financiero de este país y el mundo occidental.

2. … estén cuestionando los servicios sociales básicos que son lo único que funciona en el mundo Occidental? Parece que cuando el sistema financiero quiebra se vacía de ingresos a aquellos servicios que cohesionan las sociedades y dan seguridad a los individuos para que caminen seguros hacia el futuro. ¿Por qué ningún político se atreve a decir a la gente que sus ingresos no volverán a crecer un 20% anual con la construcción y sin hacer absolutamente nada? ¿Por qué nadie se atreve a regular un sistema financiero que ha generado un déficit público brutal y que lo volverá a generar en un futuro próximo? Doy dos datos para la reflexión y para meternos debajo de la cama: las cuentas de resultados del Ibex 35 han aumentado un 30%, pero en realidad sólo ha sido para que Ignacio Sánchez Galán, entre otros, se lleven un bonus de 1,6 millones de euros anuales, al margen de sus salarios, por la buena gestión de los resultados. El gobernador del Banco de Inglaterra ha alertado de que éstas son las mismas actuaciones que nos llevaron la crisis de 2007 y que la City está a punto de ver estallar otra crisis financiera.

3. … nadie vea cómo nuestro modelo económico es insostenible en el corto plazo? Cualquier alteración política o, incluso, un proceso de recuperación económica llevará implícito un aumento de los precios del petróleo, tensiones inflacionistas y subida de los tipos de interés. La revolución libia ha llevado el petróleo a los 115 dólares por barril, esto supone restar un punto al crecimiento del PIB; a su vez hará que a finales de 2011 no se cree empleo neto como pensaba el gobierno y que las tensiones sobre la deuda española se incrementen, en resumen, la salida de la recesión se alargará otro semestre o dos y el número de parados puede que supere los 4,5 millones.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, junto a una reforma de las pensiones que nos resta derechos básicos y una reforma laboral que ha liberalizado nuestra contratación y que muestra que el proceso de liberalización de los contratos de trabajo es un camino erróneo, ya que aumenta la precariedad y no reduce el paro… La pregunta que me angustia más es: ¿Cómo es posible que la única preocupación de esta sociedad sean los 110 km por hora o la ley antitabaco? Porque en el fondo son dos auténticas memeces, perdón la expresión… ¿Es realmente importante ir por autovía a 120 o 110 kilómetros por hora, cuando está en juego nuestro futuro como sociedad? ¿Alguien me lo puede explicar?

domingo, 6 de marzo de 2011

LAS REVOLUCIONES DEL MAGREB


Decía el marxismo clásico que las revoluciones llegaban fruto de una modificación en las condiciones económicas de la sociedad. Unas condiciones que daban lugar a una nueva clase social que desplazaba a la que estaba en el poder. A partir del marxismo se han ido construyendo a lo largo de la historia diferentes teorías sobre el cambio social, algo que ha obsesionado la mirada del ser humano. ¿Cómo es posible que se produzcan, sin apenas sospecharlo, cambios políticos tan bruscos?

El mundo occidental entró en un constante proceso de cambio político desde la Revolución Francesa y parecía que, tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior hundimiento de la Unión Soviética, se había dejado atrás el encanto de la “revolución”. Autores como Francis Fukuyama llegaron, incluso, a pronosticar el “fin de la historia”. Esta teoría no sólo legitimaba la democracia y el libre mercado como los únicos instrumentos de gestión pública y privada óptimos dentro de una sociedad, sino que también legitimaba a Occidente, dentro de la ideología neoconservadora, como civilización superior que tenía la misión “providencial” de sacar del atraso y el fanatismo al resto de civilizaciones. Esto justificó, entre otras, la política de Bush en Oriente Medio. Nosotros éramos la guía que llevaría al mundo árabe hacia la democracia y la libertad.

Los acontecimientos de estos días, la extensión del modelo de la Revolución de los Jazmines a Egipto, Bahrein, Libia… y, esperemos, un largo etcétera, pone de manifiesto la equivocación del modelo anterior. Occidente no sólo no ha llevado la democracia a estos países, sino que, como siempre ha demostrado la historia, ésta es una conquista que se consigue mediante la autoconciencia, organización y lucha de las sociedades. La democracia no se regala, sino que se conquista. Estos hechos también ponen de manifiesto la fragilidad de dicho modelo, ya que todavía no estamos seguros del desenlace de estas protestas: nuevos regímenes dictatoriales con nuevos militares, regímenes islamistas, etc. El único “pero” que yo pondría a estas revoluciones son los extensos gobiernos de transición, controlados por militares, que en el caso de Túnez y Egipto durarán cerca de un año y pueden “trastocar” la voluntad de cambio que emana de las calles tomadas por la multitud. Lo que también pone de manifiesto es que la historia sigue abierta, que las sociedades conocen múltiples caminos para autorganizarse, aunque unos sean mejores que otros, y que, en todo caso, cualquier intervención exterior sólo tiene desventajas. Por cierto, los acontecimientos aquí descritos están tan alejados de la realidad europea que, más bien, parecemos un viejo museo de historia, ya que los vientos de ésta parece que soplan en otros rincones del planeta, más jóvenes y menos atenazados por su pasado.