domingo, 23 de junio de 2013

LAS RECETAS DEL FMI Y LA REINA DE CORAZONES



El FMI es una institución creada en 1945 a partir de los acuerdos de Bretton Woods. La función de este organismo era estabilizar el mercado de divisas internacional y asegurar, de este modo, la posibilidad del libre comercio y el flujo internacional de capitales, algo que se había desestabilizado en Entreguerras al mostrarse imposible el mecanismo del patrón oro. En la actualidad dispone de 1 billón de dólares para llevar a cabo su labor y evitar las crisis financieras y los problemas derivados del exceso de endeudamiento entre los países que pertenecen a este organismo internacional. Esta cantidad de dinero es aportado por sus 188 países miembro, según su riqueza del PIB, externealización de su economía, volumen de reservas internacionales en sus bancos centrales y otras variables. El país que más dona a este fondo y, por tanto, tiene mayor capacidad de decisión es Estados Unidos (16,78%), al que siguen Japón (6,02%), Alemania (5,88%), Gran Bretaña y Francia (4,86%), China (3,66%), etc. A España le corresponde el 1,63% de los votos.
Una vez analizada su compleja estructura y determinada la cuota de poder que le toca a cada país en la institución que gobierna y dirige la internacionalización del capitalismo, la pregunta es: ¿en qué nos estamos gastando 1 billón de dólares? En una institución que no tiene un control democrático y que no responde de las nefastas consecuencias de sus actos y consejos. En su gestión de la crisis asiática de 1997 llevó a países como Indonesia a perder el 13,5% de su PIB y elevó en 20 millones el número de pobres del país; el único país que se recuperó de un modo rápido y sin grandes traumas fue Malasia, que mantuvo los controles de capitales y elevó el gasto social, es decir, no hizo caso de sus consejos. Sobre este caso recientemente el FMI tuvo que pedir perdón por sus políticas, lo mismo que en Grecia donde esperaban que el PIB sólo cayese el 5,5% y la tasa de paro el 15%, datos éstos desmentidos por la “cruda” realidad que ha mostrado una caída del PIB del 17%, de momento, y una tasa de paro que ya supera el 25%. Las recetas del FMI han arrasado la economía griega y éste pide disculpas, al tiempo que receta nueva austeridad para el conjunto de las economías de la UE. Es como si estuviéramos ante una irritante versión de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol, donde la reina de corazones presa de su locura gritaba una y otra vez: ¡¡Que le corten la cabeza!!, ¡¡Que le corte la cabeza!! Su locura era tal que se mostraba evidente en el surrealista y mágico mundo que describió este autor inglés del siglo XIX. En este mundo loco de la crisis y el capitalismo global hay una institución que, cada día, parece más disonante en sus gritos: ¡¡Qué reduzcan el gasto público!! , ¡¡Que flexibilicen el mercado laboral!! Desde su sede central en Washington D. C. hace décadas que sólo se oyen estas palabras, intentando ahuyentar al fantasma de Keynnes.  
¿Por qué le hacemos caso si hasta ellos reconocen que sus políticas son equivocadas? ¿Por qué si la evidencia histórica ha demostrado que una y otra vez sólo generan recesión, pobreza e inestabilidad política y social? ¿Por qué subvencionamos a economistas que sólo saben decir la misma cosa?

domingo, 9 de junio de 2013

EL SIGNIFICADO DE LA LOMCE

Este gobierno nos tiene acostumbrados a que con cada nuevo decreto legislativo o ley orgánica nos recuerdo un capítulo de Cuéntame. No podía ser de otro modo con su reforma del sistema educativo. No estamos diciendo que nuestro sistema educativo no necesite reformas, pero lo que es seguro es que no son las que propone la LOMCE cuyas medidas hacen retroceder en varias décadas al sistema educativo público, entre otras destacamos: hace estructurales unos recortes que se presuponían coyunturales por el contexto de la crisis económica; la educación deja de ser un bien público y se somete a la competencia de los mercados; rompe el principio integrador de un currículo básico, común y obligatorio para el conjunto de la red educativa (art. 6); establece una preselección del alumnado entre buenos, regulares y malos a una edad tan temprana como sexto de primaria (art. 21 y 28); propone un modelo de financiación segregador que aumenta los recursos para aquellos centros que cuentan con alumnos que obtienen mejores calificaciones, al tiempo que pretende marginar a los centros con alumnado más heterogéneo o con problemáticas diversas, ya que éstos tendrán más dificultades para alcanzar el rendimiento académico que exigirá la Administración  para tener una financiación adecuada a las necesidades de estos centros (art. 122); y, no por última, menos importante, se vacía de contenido el Consejo Escolar (Art. 127), estableciendo una dirección directamente nombrada por la Administración y que puede contratar a una parte del profesorado para cumplir su proyecto educativo.

El objetivo de todas las medidas citadas anteriormente no es la mejora de la calidad educativa, sino aumentar las desigualdades sociales y preservar, de este modo,  los, cada vez más escasos recursos, para una reducida élite económica y social; ya que la mejor garantía de una distribución más justa y equitativa de éstos es una educación pública y de calidad, contra la que atenta la LOMCE.