lunes, 26 de enero de 2015

GANÓ LA ESPERANZA

Foto: http://www.librered.net/?p=36984


En las elecciones de Grecia del 25 de enero de 2015 ganó algo más que el descontento de los griegos. En el mundo en el que vivimos es importante tener todavía la esperanza de que el mundo programado que Fukuyama sintetizó en su obra El fin de la historia no deja de ser otra ucronía más, que no tiene cabida en la  maravillosa indeterminación del ser humano. El autor norteamericano nos proponía un mundo donde la economía de mercado y la democracia se convertían en los únicos modelos posibles a los que podía aspirar el ser humano y uno de sus bastardos serían las políticas de austeridad que Merkel ha implementado en Europa, sobre todo, en los Estados del Sur, como medio para salir de la Gran Recesión iniciada en el año 2007. Pues bien, los griegos, en un ejercicio de soberanía nacional, no exento de injerencias extranjeras, han dicho que su único camino no puede ser el que Churchill propuso a los ingleses para ganar la II Guerra Mundial, un camino marcado por la sangre, el sudor y las lágrimas, y que en el caso griego ha supuesto la pérdida del 20,1% de su riqueza nacional en cinco años, para los trabajadores esta pérdida se eleva al 30% de su poder adquisitivo y 3,5  millones de griegos viven hoy bajo el umbral de pobreza, según una entrevista de El Mundo a Christos Emmanoulidis, profesor de la Universidad de Salónica (3-11-2013).
Pues bien, en las elecciones de ayer, los griegos han dicho que éste no es su camino, que un sacrificio que no sirve siquiera para reducir la deuda pública -ésta se mantiene en el 175% del PIB- no es un camino inteligente. La victoria de Alexis Tsipras, líder de Syriza, que se ha quedado al borde de la mayoría absoluta, es positiva por entender que los mercados globalizados y los fondos de capital no son las nuevas parcas del siglo XXI que manejan los hilos del destino de los hombres al margen de sus decisiones. Hoy Grecia ha recuperado la dignidad como pueblo porque ninguna amenaza le ha impedido hacer lo que considera que es mejor y más justo para su futuro.

Como elemento final, desde España, reconocer que la victoria de Syriza parece una entelequia, porque Tsipras no ha renunciado a considerarse un líder de izquierda, situando la austeridad dentro del neoliberalismo que nos invade y condena a un futuro más injusto. Pero éste será tema de otro debate, ahora sólo quiero regocijarme en la incertidumbre que nos han devuelto los griegos con su voto.