miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿POR QUÉ HA GANADO TRUMP?

Fuente:https://lynboyer.net/emotional-intelligence-3/donald-trumps-emotional-intelligence.html Data: 9/11/2016

La respuesta más fácil es recurrir a los bajos instintos del wasp, es decir, el hombre blanco, anglosajón y protestante que, en las últimas décadas, ha visto perder su hegemonía económica y política, en correlación a la misma pérdida de hegemonía de Estados Unidos como única superpotencia global. Esta respuesta sería demasiado fácil y no tendría en cuenta la imparable decadencia demográfica de este grupo de población. En la actualidad el conjunto de wasp (tanto hombres como mujeres) son el 72% de la población de Estados Unidos, el 12,6% son de raza negra y un 16,4% lo compondrían los llamados hispanos, de un total de 318 millones de habitantes. Por tanto, el mensaje racista y sexista de Trump iría dirigido a un 35% de la población, ya que habría que descontar a la mujer wasp. Es cierto que el candidato republicano ha obtenido votos en otros sectores de la población, lo mismo que Hillary obtendría votos de los hombres wasp, pero sería en este sector donde el discurso racista y sexista tendría, supuestamente, unos resultados electorales mayoritarios, al menos iría dirigido a este sector de la población. En contraposición, si juntamos el porcentaje de las minorías raciales y las mujeres blancas, en teoría, Hillary tendría que  haber tenido un resultado mayoritario en el 65% del electorado. Está claro que no por dirigirte a una mayoría consigues un buen resultado electoral.
La victoria de Trump, por tanto, está en otros sitios:
En primer lugar, habría que buscarla en las regiones del Rust Belt o cinturón del óxido (Illinois, Missouri, Ohio, Pensilvanya…). Los estados que van desde los Grandes Lagos hacia la costa este son los más castigados por una globalización económica que pone en riesgo sus puestos de trabajo, a través de la deslocalización industrial sufrida por las industrias tradicionales de esta región (acerías, fábricas de automóviles, astilleros…). Es cierto que Obama creó 9,5 millones de puestos de trabajo durante su mandato y alejó el fantasma del desempleo masivo en la Gran Recesión; también lanzó llamamientos a las formas de organización clásica de los trabajadores, llegando a decir que los sindicatos son los constructores de la clase media en Estados Unidos. Pero estos llamamientos se quedaron en eso y los demócratas no han conseguido sacudir el miedo a esta clase trabajadora sobre su futuro incierto, un peligro de pérdida de puestos de trabajo en las próximas décadas que no viene a través de la inmigración, sino de la robotización de los procesos industriales, un proceso este que es difícil de comprender y para el que no es fácil establecer una solución bajo los parámetros del capitalismo neoliberal que los demócratas siguen defendiendo como modelo regulatorio básico. A esto hay que sumar que el país sigue contando con 43 millones de personas pobres y que los buenos datos de creación de empleo no se han transformado en mejores salarios. Según el economista Tyler Cowen el 60% de los empleos perdidos durante la Gran Recesión eran de clase media y el 73% de los creados ahora no superan los 13,52$ la hora, es decir, para los parámetros americanos unos empleos que empobrecen a los trabajadores. El propio Obama señaló este tropiezo del llamado “sueño americano”, diciendo Hoy es más difícil para un niño nacido aquí escalar socialmente que para un niño en la mayoría de los países ricos como Canadá, Alemania y Francia[1]. Y esto sucede, especialmente, en la región del Rust Belt, cuyos estados clave han dado la presidencia a Trump, frente a Hillary.
En segundo y último lugar, Hillary no es ni Obama, ni Sanders. Hillary no ilusiona y está rodeada de casos de corrupción tras 20 años en la élite política de Estados Unidos. No sólo es la mujer que apoyó a Bill Clinton para mentir en el famoso caso de la becaria, ni la interrogada por el FBI en el caso de los correos; también es la salpicada por su asesora Minyon Moore que en diversas campañas (2008 y 2010) llevó cabo recaudaciones ilegales de fondos; la acusada por Wikileaks de beneficiarse de parte de los 100 millones de dólares que recaudó la fundación Bill Clinton Inn. A estos escándalos hay que sumar sus actuaciones cuestionables en Siria y otras partes del mundo como Secretaria de Estado, sus mentiras de cómo aterrizó en un Sarajevo lleno de francotiradores, etc. Estas actuaciones no sólo cuestionan su reputación y honestidad, la sitúan como la candidata que mejor ejemplificaba un sistema político alejado de los ciudadanos y sin capacidad para ilusionar, perfectamente identificado con una economía globalizada de élites que deja al margen a aquellos cuyo marco de acción social sigue siendo el estado–nación y que tienen una difícil inserción en los mercados globalizados, es decir, no sólo aquellos ciudadanos de baja formación, como etiqueta la prensa, que no son flexibles para los nuevos puestos de trabajo creados en Toronto, Qatar o Shangai, sino una mayoría de población que busca trabajos con los que sobrevivir en el estado que ha nacido y que piensa que su futuro o el de sus hijos va a ser muy precario. A esta mayoría de votantes, ¿qué arma les queda para mostrar su descontento? Votar a quien nadie se lo espera, a quien mejor representa la ruptura con el sistema que los ha dejado en la cuneta, posiblemente no porque crean que con Trump les vaya mejor, sino para que el establishment les tenga en cuenta en la siguiente elección.


[1]Fuente:http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/08/140819_economia_datos_estados_unidos_bd. Data: 9/11/2016.