sábado, 12 de noviembre de 2011

El GOBIERNO ECONÓMICO Y EL RIESGO MORAL


Hace unos días Oli Rehn el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, un político finlandés del Partido de Centro, apremiaba a los dirigentes europeos para tomar drásticas medidas que evitasen la caída en la temida doble recesión. Lo sorprendente de las autoridades monetarias europeas y nacionales es que hacen estas advertencias como si ellos no estuvieran al frente de las principales instituciones financieras del mundo, como si los gobiernos no hubiesen tomado las medidas que ellos mismos habían recetado, como si el gobierno económico fuese algo ajeno a ellos y éstos fundamentasen un cambio radical con el pasado que nos sacase del marasmo en el que nos encontramos.

Esta sorpresa es mayor si tenemos en cuenta que estamos bajo los supuestos de una economía de libre mercado, cuyo principio central es la asunción del “riesgo moral”, es decir, que aquellos agentes económicos que se equivocaron en sus decisiones deberían haber sido depurados por el propio mercado. En esta categoría entrarían todos aquellos que generaron el problema de la burbuja inmobiliaria, los capitales de riesgos, las stocks options, las agencias de calificación que entraron en una flagrante incompatibilidad al convertirse en banca de inversión, las Hedge fund, etc. En resumen, todos los instrumentos financieros que inflaron el crecimiento de Occidente en base al crédito financiero y no al desarrollo de la “economía real” y que en el año 2007 empujaron a los estados a asumir los costes, generando a la larga un problema de deuda pública. Era, como dijeron algunos de sus representantes nacionales, el momento de establecer un paréntesis en el capitalismo (presidente de la CEOE).

En su gran mayoría, los que recomendaron el gasto público para compensar las pérdidas del sector privado son los mismos que tres años después, en 2010, se encuentran con que las principales economías de Europa y Estados Unidos tienen un problema de deuda pública. Consideran que es insostenible que economías como la irlandesa, griega, portuguesa, italiana, española, etc. se sitúen en unos déficits públicos de dos dígitos y en una deuda de tres. A continuación su recomendación son programas de recorte social que reduzcan el déficit, pero esto en unas economías donde no se ha reactivado el crédito privado sólo nos sitúa ante la expectativa de una nueva recesión. No hace falta ser un matemático para darse cuenta de que es imposible reducir nuestra deuda si nos hacemos más pobres y se contrae el volumen de nuestra economía, por tanto, a misma deuda su porcentaje será mayor. Una vez más las recomendaciones de estos agentes nos sitúan en una nueva recesión y, de nuevo, como si lo anterior no fuese con ellos, nos dicen que rápidamente tenemos que implementar reformas estructurales para no entrar en una recesión que han cocinado ellos.

Parece como si nuestra única opción fuese guiarnos en este laberinto económico por un enfermo de Alzehimer que, de nuevo, nos sitúa en otro callejón sin salida. Por tanto, sólo cabe preguntarnos: ¿a qué crisis nos dirigirán con las recetas para salir de la anterior? ¿Alguien me puede decir dónde está el techo financiero que te permite equivocarte una y otra vez y mantener intacta tu credibilidad? ¿Qué hace falta que pase para que nos demos cuenta de que la vuelta a la barra libre de crédito que sostuvo el crecimiento económico de las dos décadas anteriores es imposible? ¿Cuándo se creerán las elites económicas su credo liberal, renunciando voluntariamente a seguir gestionando erróneamente nuestro dinero? Cada vez más nos parecemos al régimen del PRI. Éste tomó el poder en México entre 1929 y el año 2000; desde que Miguel Alemán lo institucionalizó en 1940 se sucedían presidentes bajo dos mandatos (ocho años) y el nuevo candidato achacaba todos los males del país al antiguo, como si fueran miembros de diferentes partidos, dando así cierta sensación de renovación política. Pues lo mismo está pasando con nuestros agentes económicos aunque ahora ni tan siquiera se cambia de imagen, con la modificación del discurso es suficiente. Primero fue el problema de la burbuja inmobiliaria y me quedé al frente siendo banquero y constructor, luego fue el problema de la deuda y me quedé al frente siendo autoridad monetaria, luego será el problema de la crisis social y yo… seguiré al frente. Seguro que este es el poema que todas las noches Botín declama ante Paloma O’Shea… y mientras tanto Roma sigue ardiendo.

5 comentarios:

  1. Muy esclarecedor, Heli. Opino igual que tú respecto a la impunidad de aquellos que han hecho las cosas tan mal ¿por qué se les sigue haciendo caso a las agencias de calificación, por ejemplo? Eso, más la corrupción y el despilfarro... Total, un desastre y, lo que es peor, una vergüenza.
    Al común de los mortales no nos permiten tales hazañas en nuestros respectivos trabajos: en menos de lo que canta un gallo estaríamos en la calle. Y encima somos quienes lo estamos pagando (y así seguirá, me temo...).
    Sigo sin ver la luz, una pena...

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  2. Ayayay, que no lo hacen mal,que lo hacen bien. Lo que pasa es que su trabajo no es el que nos pensamos nosotros. Los que les 'permiten' hacer las cosas asi son los que quieren las cosas hechas así. Lo que cada vez hacen peor es engañarnos, gracias al trabajo de muchas personas. Entre ellas el autor del blog.

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  3. Europa juega a la política del avestruz. Hasta que venga un tigre y nos acabe devorando a todos, incluso a aquellos que hoy cómodamente se sienten como Nerón quemando Roma (qué bonito me ha quedado. Me lo voy a subir a mi blog).

    Tu amigo ultraconservador.

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  4. es una pena, pero ahí seguimos, pensando que tenemos que seguir por el mismo camino que en el que estábamos, ¿cuanta gente se plantea que hay rutas alternativas?
    estoy de acuerdo con arantxa, no conozco a ningun currito de a pie que haya hecho perder dinero a su empresa que ademas de no haberle despedido o sancionarlo, luego le pregunten y usted que haría para recuperar ese dinero?
    estamos sin rumbo, dejándonos guiar por las personas que nos han llevado a este callejón.
    no entiendo nada!

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  5. A veces, cuando se camina por un oscuro túnel y se atisba una luz en la distancia, no es el final del mismo, sino un tren expreso que viene a rematarnos.
    Ya se ve la luz al final del túnel, pero parece hacerse más grande sin apenas movernos.

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