Todo estaba relacionado, la crisis económica y la corrupción
política. El modelo de crecimiento que generó el PP y que el PSOE de Zapatero
no supo o quiso remodelar se basó en la ley de suelo de 1997. Esta liberalizó
el sector de la construcción y convirtió la recalificación de suelo de los
ayuntamientos en el principal negocio de nuestro país, alcanzando la
construcción el 12% de nuestro PIB, cuando nunca debería haber superado el 5%.
La población activa se disparó hasta los 18 millones y la tasa de paro alcanzó
su punto más bajo en el 8,5%, justo antes de estallar la crisis de 2007. Se
superó la crisis coyuntural de 1992–1994 que había elevado la tasa de paro
hasta el 23,9%, se atrajo emigración para compensar nuestra envejecida pirámide
poblacional y se generaron ingresos atípicos (venta de viviendas y
recalificación de suelo) para producir pequeños brotes verdes en nuestro
raquítico Estado del Bienestar.
El coste de todo esto lo estamos ahora descubriendo, el situar
debajo de nuestra alfombra política y social ese modo de hacer país heredado
del franquismo y que la pátina de modernidad de los ochenta no consiguió
quitarnos de encima: el amiguismo. En
España el principal negocio era y es tener un amigo con influencia política
para situar en nuestras manos los recursos del Estado. Las privatizaciones de
empresas públicas están en manos de amigos de… (Alierta presidente de
Telefónica llegó desde Altadis, antigua
tabacalera, durante el mandato de Aznar y, claro está, ahora es también refugio
de Rodrigo Rato; Endesa estuvo en manos de Pizarro y Martín Villa; etc.). Las
privatizaciones de servicios públicos están cayendo en manos de amigos de…
(Caso Güemes, etc.). Todo el modelo de corrupción entre constructores y
ayuntamientos se ha desarrollado entre amigos de… Y, por último, la
financiación ilegal del partido en el gobierno que alcanza las dimensiones de un
drama épico rajoniano: un hombre que mandaba sin decidir y enterarse de lo que
pasaba a su alrededor y, enfrente, una mujer llena de un veneno liberal que
mata a quien muerde y, tal vez, a ella misma por su ansias de poder. No es una
película, si no sería divertido; es la realidad política española, un sainete
de nuevos ricos y España cañí.
¿Cómo va a salir de la crisis un país cuyo modelo de negocio
es capturar los recursos del Estado para beneficiar a una minoría? ¿Cómo va a
evolucionar una sociedad que tiene en las relaciones subjetivas del amiguismo y
compadreo el modelo básico para situar a sus individuos en la sociedad? ¿Cómo
es posible que este modelo finalice si los corruptos no pagan por sus delitos y
los corruptores ni siquiera aparecen en las noticias?
¿Todavía alguien cree que el modelo creado en este país en
la Transición, tanto en lo político como en lo económico, puede sobrevivir un minuto más sin un cambio revolucionario
que devuelva a los ciudadanos la confianza en el sistema del que forman parte?